No cabe duda de que una de las preocupaciones del Consejo Pontificio para América Latina es la urgente preparación de los laicos con vocación a la política. Por eso, del 1 al 3 de diciembre, en Bogotá, se tuvo un encuentro cuyo título habla por sí mismo: “Católicos con responsabilidades políticas al servicio de los pueblos latinoamericanos”.
La actividad estuvo a cargo del Cardenal Marc Ouellet presidente de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL) y del Cardenal Rubén Salazar Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), con la presencia de 20 Cardenales y Obispos de los distintos países Latinoamericanos y con aproximadamente 70 dirigentes políticos.
Esta es una manera de concretar la urgencia de contar con “discípulos y misioneros en la vida pública”, que hace diez años recogió el documento de Aparecida, en los números 501 y siguientes.
La actividad no fue de orden público, sino un dialogo entre pastores y algunos católicos con responsabilidades políticas en Latinoamérica. Por eso, no hubo transmisiones en directo por radio o televisión.
La estructura de la actividad tuvo dos paneles. En el primero, los políticos invitados responden a la pregunta ¿qué le dicen los políticos a los pastores y a las comunidades cristianas? En el segundo, los Cardenales y Obispos responden a la pregunta ¿qué le dicen los Pastores a los políticos?
También revisaron algunos temas de actualidad, como la vida y la familia; la educación; el desarrollo integral y la inclusión social; la ecología humana y natural de la convivencia; una cultura del diálogo y del encuentro y de la pacificación; y el problema de las migraciones.
Finalizaron con una conferencia sobre “las características fundamentales del testimonio y la acción del católico en la política, a la luz del magisterio del papa Francisco y del servicio a los pueblos latinoamericanos” y sobre “cómo formar una nueva generación de católicos en la vida política”.
El Papa Francisco, en un mensaje grabado en vídeo, exhortó a los participantes a realizar un “diálogo en el que la comunión entre personas de la misma fe resulte más determinante que las legítimas opciones políticas”. El Papa les recordó que la política es una de las formas más elevadas de la caridad, porque sirve al bien común y no es sierva de ambiciones individuales” (Papa Francisco, 16.IX.2013).
Una de las intervenciones más destacadas fue de Gabriela Alejandra Castellanos, directora ejecutiva del Consejo Nacional Anticorrupción de Honduras. Señaló a la corrupción como lo más dañino en los pueblos de América Latina, a la injusticia e inhumanidad en los países industrializados, a la globalización de la economía como un atentado contra la solidaridad de nuestras sociedades.
El encuentro propició un diálogo profundo orientado a la búsqueda del bien común de la sociedad, para diseñar una nueva civilización, la civilización de la fraternidad.
Las conclusiones van en la línea de afrontar de modo inédito la realidad de la participación. Pero, no se trata de forjar un bloque católico en la vida política ni de promover uno u otro partido político, sino, de poner a la Iglesia con sus Pastores, en actitud de escucha ante las situaciones y necesidades que viven los católicos con responsabilidades políticas y, de buscar las modalidades más adecuadas para acompañarlos, sostenerlos y alimentarlos en ese compromiso. Educar en el reconocimiento mutuo y en el diálogo, en la comunión eclesial, de católicos con diferentes opciones políticas. Suscitar y formar nuevas generaciones de dirigencias políticas entre los católicos.
Nuestra responsabilidad de participar con criterio ante las elecciones del próximo año puede encontrar luces en los siguientes principios:
– La contribución original de los católicos en la vida pública, dentro del diálogo democrático y el pluralismo político;
-La imperiosa necesidad de inculturar la doctrina social de la Iglesia, para dar luz sobre la dignidad de la persona y los principios de subsidiariedad y solidaridad;
-La consideración del impacto, las interpelaciones y las enseñanzas del Papa Francisco sobre la incidencia del Evangelio en la vida personal y familiar, así como en el cuidado de la casa común –ecología natural y humana-, y su construcción según justicia y fraternidad;
-La necesidad de afrontar los desafíos fundamentales de la identidad, unidad e integración latinoamericanas, de la custodia de la vida, del matrimonio y la familia, de la importancia de la educación, del crecimiento económico con justicia y equidad, de la inclusión de los sectores marginados y “descartados”, de las políticas laborales, de la rehabilitación de la dignidad de la política y de la educación para la participación popular, el combate al narcotráfico y a todo tipo de adicciones, corrupciones y violencias, de la construcción de la paz, de las convergencias nacionales y populares en pos del bien común;
-En palabras del Papa Francisco, el reconocimiento de que “el laico, por su propia realidad, por su propia identidad, por estar inmerso en el corazón de la vida social, pública y política, por estar en medio de nuevas formas culturales que se gestan continuamente, tiene exigencias de nuevas formas de organización y de celebración de la fe” (Carta del papa Francisco al Card. M. Ouellet, 16 de marzo de 2016);
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