En la actualidad, implícita o explícitamente la dimensión de la sexualidad humana está desfasada. Y todo desajuste provoca daños personales y sociales.
Para ubicarnos en este asunto, haremos unas cuantas reflexiones sobre el hecho genial y misterioso de la sexualidad. Pero antes, necesitamos contar con el apoyo firme de algunos conceptos que nos define la Metafísica realista. Ellos son:
– Distintos: se trata de sujetos cuya esencia es idéntica. Es el caso de todos los seres humanos –mujeres y hombres-. La consecuencia es que el hombre y la mujer por tener la misma esencia, tienen la misma dignidad, por lo tanto, para ambos los mismos derechos, aunque sean distintos, vale la redundancia: uno es hombre y la otra es mujer.
– Diferentes: se distinguen por su cantidad. Por ejemplo, personas que no son iguales pues tienen variada musculatura. La consecuencia es que la fuerza física no es comparable.
– Diversos: sujetos que no coinciden en la esencia. Aquí estarían dos grupos, uno de personas y otro de perros. La consecuencia es que solamente las personas son miembros de la familia, los animales son solamente acompañantes.
– Semejantes: sujetos abiertos a las mismas cualidades. Esto ocurre cuando dos personas pueden adquirir conocimientos o habilidades y para ello, acuden a una escuela. Por eso, sólo las personas son sujetos de educación, los animales se adiestran.
Hecho de la sexualidad
La biología es la ciencia que ha descubierto que los seres vivos son concebidos y nacen con genes, con cromosomas. Todas las personas con sexo femenino tienen solamente cromosomas X. Las personas con sexo masculino poseen dos tipos de cromosomas: X y Y. En estas evidencias no hay excepciones, toda mujer es XX y todo hombre es XY. Con base en esta configuración se afirma que quien aporta el sexo a los hijos es el padre. Él puede producir hombres y mujeres. Las mujeres solamente producirían mujeres.
El sexo es inmutable y está en el nivel más profundo de la estructura humana. Este hecho sí puede convivir con otro nivel más periférico que es el de las excepcionales mal formaciones.
El motivo de la sexualidad es obvio: la conservación de la especie humana a lo largo del tiempo. El papel del ser humano sobre la faz de la tierra es crucial, hace falta el sello que imprime por medio de la actividad laboral. Hace falta su capacidad de organizar, administrar, descubrir, inventar, transformar, etcétera, para beneficiar a todos con su buen hacer.
Relacionalidad humana desde la sexualidad
La manera de vivir la sexualidad siempre implica un referente, un alguien, otra persona. Porque la sexualidad es apertura a otra persona –nuestra esencia es idéntica, pero con el máximo grado de distinción porque se orienta a quien tiene el sexo que yo no tengo.
La diferencia y la semejanza de un sexo frente al otro, lleva a descubrir al otro como un “otro yo” por el hecho de reconocerse en las características, en los procesos,… eso atrae. Pero esa atracción se refuerza ante el misterio de la misma distinción, por encontrarse con la identidad en la esencia, la relación tiene una radicalidad incomparable.
Produce: descubrimiento y afirmación de la propia identidad por coincidir con otros en la identidad. Se trata de grupos de mujeres o de grupos de hombres. En la familia: la mamá con las hijas, o el papá con los hijos.
También es posible el descubrimiento y afirmación de la propia identidad por contrastar con la identidad de otros. Se trata de una mujer en un grupo de varones o un hombre en un grupo de mujeres. En la familia: la hija con el padre y o también con sus hermanos; el hijo con la madre y o con sus hermanas.
Podríamos imaginar que cada persona para relacionarse con personas del sexo opuesto cuenta con un recipiente triangular. En la base caben muchos y, por tanto, hay múltiples relaciones, pero conforme se asciende se estrecha el cupo y se gana en un trato más íntimo. Para la máxima intimidad que también demanda la donación es preciso estar en la parte más alta, en el vértice y allí solo cabe una persona. Este es el nivel de la relación conyugal, y por eso, solamente puede ser una.
Cuando la relación conyugal se precipita y se practica en las partes inferiores del triángulo, esa relación es una falsificación, es una relación transitoria donde se carece de auténtica donación y, por supuesto, sólo hay exterioridad. Es el modelo de la relación transitoria que hace del otro un mero satisfactor de necesidades.
La libertad y la sexualidad humana
La libertad está presente en las distintas manifestaciones de la vida, por lo tanto, también en la sexualidad. Por la libertad nuestras acciones se encuadran en la dimensión ética: pueden ir del bien a la ausencia de bien.
La necesidad de una relación radical incomparable se puede dar de modo positivo y entonces se produce una relación de respeto, reciprocidad y complementariedad. Pero si se da de modo negativo entonces se privilegia la necesidad de sobresalir y por lo tanto se tratará de opacar al otro o de aprovecharse de él.
En la relación positiva siempre hay una expresión de amor, en la negativa su ausencia. La primera está circunscrita dentro de la ética, la segunda se sale de ese campo.
En los diferentes modos de aplicar erróneamente la libertad encontramos muchas desgracias como el acoso sexual, la prostitución o la pornografía, por citar algunas. Pero eso será tema de otro escrito.
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