La imagen del helicóptero atacando el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela (TSJ) se hizo viral en pocos minutos. Los noticieros internacionales difundieron la noticia del presunto movimiento insurgente contra el gobierno venezolano. Pero ¿realmente hubo un golpe de estado en Venezuela? Para responder a esta pregunta, en Yo Influyo intentamos reconstruir los hechos entorno a la escena hollywoodesca del pasado martes 27 de junio.
Primer acto: el presidente Maduro declara la guerra al pueblo venezolano. En medio de la fuerte crisis económica que mantiene activas las protestas de calle y la onda de saqueos que se han verificado en las últimas horas en todo el país, el presidente lanzó su amenaza en un evento político: “si Venezuela fuera sumida en el caos y la violencia, y fuera destruida la revolución bolivariana, nosotros iríamos al combate (…) liberaríamos nuestra patria con las armas”. Un ultimátum que ratifica el carácter dictatorial y la ausencia de escrúpulos de Nicolás Maduro.
Segundo acto: aparece el James Bond venezolano. Aproximadamente a las 6:00 de la tarde (hora de Venezuela), apareció en las redes el video en el que se ve un pequeño helicóptero en los cielos de Caracas, se oyen detonaciones de armas de fuego y el sonido de una aparente explosión. Vemos incluso la foto: se trata de un helicóptero del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), al interno el piloto con el rostro descubierto y otro uniformado con el rostro cubierto que sostiene una pancarta en la que se leía “Libertad Art. 350”; haciendo referencia al artículo 350 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que señala que el pueblo “desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”.
Tercer acto: el gobierno denuncia un complot de la CIA. La noche del martes Nicolás Maduro interrumpió un acto en el palacio presidencial de Miraflores (con motivo del Día del Periodista), para denunciar el “ataque terrorista” con lanzamiento de dos granadas desde un helicóptero de la policía científica contra la sede del TSJ y unos 15 disparos contra el Ministerio del Interior. Luego a través de un comunicado, autorizado por la presidencia y leído por el ministro de Comunicación Ernesto Villegas, se aseguró que fueron cuatro granadas “de origen colombiano y fabricación israelí” y se identificó al funcionario del CICPC Oscar Pérez como el piloto del helicóptero y responsable de los hechos. El gobierno manifestó que la agresión forma parte de una “escalada golpista” y se enmarca en la “ofensiva insurreccional de factores extremistas de la derecha”, como generalmente viene denominada la oposición. En el mensaje televisado y sin presentar pruebas, se vinculó a Oscar Pérez con la agencia de inteligencia estadounidense, la CIA. Extrañamente no hubo noticias de daños ni heridos como consecuencia del ataque.
Cuarto acto: el héroe declara la batalla contra la tiranía. En la cuenta de Instagram de Oscar Pérez aparece el video con el mensaje insurgente: “Somos una coalición entre funcionarios militares, policiales y civiles, en búsqueda del equilibrio y en contra de este Gobierno transitorio y criminal… Este combate no es con el resto de las fuerzas de seguridad de estado que permanecen en desacuerdo, es con la impunidad impuesta, si no en contra del gobierno nefasto. Contra la tiranía… Te exigimos que de manera inmediata presidente Nicolás Maduro Moros renuncies en conjunto con tu tren ministerial y sean convocadas Elecciones Generales”. Pero, ¿quién es Oscar Pérez? Es un investigador del CICPC, piloto de aeronaves, operador táctico; pero también es un actor, pues en el año 2015 protagonizó la película “Muerte Suspendida”, en el rol de un 007 que salvaba de un secuestro a un empresario. El helicóptero fue encontrado abandonado en el estado Vargas al día siguiente y del piloto disidente no se tienen aún noticias.
Quinto acto: la Asamblea Nacional bajo secuestro. Mientras la escena del helicóptero invadía las redes sociales, los diputados del parlamento venezolano denunciaban en Twitter que se encontraban secuestrados en la sede del hemiciclo por grupos simpatizantes del gobierno. Asimismo, en el interior del edificio se presentó una trifulca entre los parlamentarios y los funcionarios de la Guardia Nacional (GN). La cuenta de Twitter del Parlamento denunció varios diputados y periodistas heridos, como resultado de la agresión recibida por miembros de la GN. El presidente del Parlamento Julio Borges aseguró que los ánimos se caldearon luego de que los funcionarios ingresaran unas cajas sin la debida autorización. El contenido de las cajas aún es un misterio.
Sexto acto: Maduro arremete contra la Fiscalía. La noche del martes 27 de junio fueron publicadas dos sentencias de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia reducen el ámbito de competencia del Ministerio Público. Una de ellas arrebata sus funciones a la Fiscalía y se las entrega a la Defensoría del Pueblo, comandada por Tarek William Saab (hombre fiel de Hugo Chávez). La fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, denunció que con estas sentencias hay un “proceso progresivo de desmontaje del Ministerio Público” y aseguró que el Tribunal Supremo de Justicia pretende hacer con su institución lo mismo que hizo con el Parlamento. “Defenderé la Constitución y la democracia con mi vida”, manifestó.
Acto final: Venezuela sucumbe en el caos general. La extraña situación del helicóptero ha provocado numerosas elucubraciones: tal vez fue un show al estilo Hollywood de un policía-actor que quería 5 minutos de fama, tal vez una cortina de humo para distraer la atención pública y para justificar la represión contra la oposición, al estilo del presidente turco Erdogan; o, como denunció Maduro, tal vez se trata de un complot de la CIA. Aún faltan elementos para llegar a una conclusión final, la única certeza que tenemos los venezolanos es que la escena del helicóptero fue tan solo un capítulo del film de horror que viven cada día los venezolanos, entre la violenta represión del gobierno y la crisis humanitaria. Con 90 días de protestas, las cifras extraoficiales hablan de 90 muertos durante las manifestaciones, más de 4 mil arrestos arbitrarios y miles de heridos. El final feliz de esta película parece nunca llegar.
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