El próximo año, la Jornada Mundial de la Juventud se llevará a cabo en Panamá. Con este motivo, el Santo Padre les escribió a los jóvenes una valiosa carta llena de entusiasmo, alegría, optimismo y con un aspecto particularmente destacado: todo este mensaje gira alrededor del ejemplo de la vida de la Santísima Virgen María.
Comenta el Romano Pontífice que en cuanto Santa María se enteró por el Arcángel San Gabriel que su prima Santa Isabel estaba embarazada y en espera del nacimiento de San Juan Bautista, ella tomó la iniciativa y recorrió a pie una larga distancia (150 kilómetros) para cuidar y atenderla durante tres meses. María “no es una joven-sofá”, que hubiese permanecido cómoda y tranquilamente en su casa, sino que los Evangelios nos revelan su gran amor a Dios traducido en el deseo de servir a los demás.
Luego el Papa pasa a considerar la vocación que el Señor puede suscitar en los jóvenes: “Cuando Dios toca el corazón de un joven o una joven, se vuelven capaces de grandes obras. (…) En el momento en que (Jesús) nos llama, Él está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de ofrecer”. Y añade que, como la Virgen María, muchos jóvenes podrían ser instrumentos del Señor para mejorar el mundo, y para ello se requiere generosidad en la correspondencia al Llamado Divino, y así dejar una huella en la historia.
Luego les habla a los jóvenes en el lenguaje al que están acostumbrados, en términos cibernéticos: “Nuestros recuerdos no deben quedar amontonados como la memoria en el disco duro. Y no se puede almacenar todo en una ‘nube’ virtual”. Señala que se requiere reflexionar sobre el pasado para vivir el presente y proyectar el futuro en sus vidas y en la entera sociedad, para llevar la Luz de Cristo.
“En las ‘redes sociales’ –continúa– aparecen muchos rostros de jóvenes en multitud de fotografías que hablan de hechos más o menos reales, pero no sabemos cuánto de todo es ‘historia’, una experiencia que pueda ser narrada, que tenga una finalidad y sentido. Los programas de televisión están llenos de los así llamados ‘reality show’, pero no son historias reales, son sólo minutos que corren delante de una cámara, en los que los jóvenes viven al día, sin un proyecto”. Y añade que no se deben dejar engañar por esa falsa imagen de la realidad, sino que cada uno debe de ser protagonista de su propia historia, darle un sentido trascendente a su existencia y decidir libremente sobre su futuro.
Concluye el Papa Francisco animando a los jóvenes a ser fieles a su vocación de cristianos, a tener creatividad e ingenio para construir tiempos nuevos y llevar a Cristo a todas las encrucijadas del mundo, acudiendo a la intercesión de la Virgen María y encomendando a ella todas las alegrías, inquietudes y preocupaciones, a la vez que teniendo una familiaridad y amistad con Nuestra Señora.
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