México; Princesa Carlota, 47

Del ensueño a la locura; Carlota, una princesa infortunada – Cap XLVII Una larga y triste viudez

Mientras en México se vivían los acontecimientos que terminarían con la tragedia del Cerro de las Campanas y el fin del efímero imperio, Carlota se encontraba en Miramar, donde años antes esperaba un futuro que parecía más sueño que realidad.



Cuando llegó a Miramar el 10 de octubre de 1866, y para desconcierto de muchos parece que está recobrando la salud, porque se le ve en el castillo perfectamente arreglada y elegante como solía estar en sus mejores tiempos. Por momentos parecía que su vida era normal, se levantaba, tomaba su desayuno, después algo de pintura o música, caminar por lo jardines, comer e incluso algunas veces pasear en bote.

Sin embargo, de repente se imaginaba que querían envenenarla, veía a Maximiliano como el personaje más poderoso del mundo, sentía que ella estaba destinada para gobernar en alguna nación y evitaba a los médicos. Mantiene una vida alejada de los sacramentos y no se siente muy cercana en ese momento a las prácticas religiosas.

Todo parecía que marchaba bien en Miramar, y por ello la casa real de Bélgica se había mantenido bastante alejada de la suerte de la princesa. Pero algunos pensaban que no todo estaba tan bien y reunidos en consejo  decidieron que deberían llevarla a Bélgica para tenerla más cerca y poderle brindar mejores cuidados; y aunque hubo  ciertos problemas con los Habsburgo para sacarla de Miramar por cuestiones financieras de herencias y propiedades,  se logró; y cuando llegó a Bélgica parece que la situación de Carlota era muy diferente en ese palacio a como se imaginaba, porque de regreso en Laeken el 31 de julio de 1867, la reina María Enriqueta dice que al llegar la emperatriz, “se encontraba en un estado espantoso; no era más que piel y huesos”; y el ministro Jules Devalux dice que “se veía como un fantasma lívido, delgado, sin frescura, belleza ni expresión. Pero a partir de ese momento, siempre su familia estaría atenta y sus dos cuñadas le demostrarían gran afecto, especialmente la Reina María Enriqueta, esposa de Leopoldo II, que se convertiría en su ángel guardián.

Se le monta una pequeña corte y tiene períodos de lucidez. Todavía no sabe la suerte de Maximiliano y se le encomienda al arzobispo Deschamps, que había sido su confesor, que le informe de la tremenda tragedia que ha ocurrido en México. Ella llora. Escribe: “El emperador ha muerto, los mexicanos lo asesinaron. Fue fusilado como Iturbide”. Carlota mandó imprimir el recordatorio en donde se veía a Maximiliano abrazando la bandera mexicana sobre un barco que se hundía y recordando el texto bíblico de que un buen pastor de la vida por sus ovejas.

Durante sus primeros diez años, Carlota tenía períodos de perfecta lucidez. Se empieza a acercar nuevamente a los sacramentos, toca el piano y hasta escribía algunas cartas, recibía a su hermano y jugaba con sus sobrinos. Un incendio en el palacio la obliga a cambiar de residencia al castillo de Boucher, que es una fortaleza medieval rodeada de bellos jardines que su hermano el rey compra expresamente para ella. La reina María Enriqueta visita con frecuencia a su cuñada y siempre está atenta de que no le falte nada y sea tratada con el respeto que merece una emperatriz.

Cada vez los periodos de lucidez se hacen menos frecuentes, a veces la locura es violenta y tiende a romper libros y a destruir cosas, otras veces se recupera y pide perdón. Muchas veces tiene diálogos con personajes imaginarios, con el mismo Maximiliano, con Napoleón y otros de sus parientes, y en la lucidez se ve a sí misma como una loca. También se siente en ocasiones hombre, pensando que así ella hubiera podido tomar las decisiones y nunca hubieran ido a Querétaro y su suerte hubiera sido otra.

Carlota sobrevivió a todos los personajes de su mundo. Momentos antes de su muerte, el 19 de enero de 1927, a los 86 años, pidió a su dama de honor que cerrara la puerta porque quería contemplar sin interrupciones la imagen de Maximiliano que tenía en un cuadro en su puerta. Entró en agonía y poco después partió para reunirse con su amado en un lugar donde las intrigas y el odio ya no podrían separarlos jamás.

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