Pablo se mantiene caminando por todos los rincones del mundo donde aún están presentes los fuertes cimientos de la cultura occidental, que basó su fortaleza y desarrollo en la cultura grecorromana, y en el cristianismo que la transformó y enriqueció. Saulo de Tarso, o como es más conocido San Pablo, no es un personaje que solamente debería analizarse bajo la óptica del elemento religiosa, de la fe y de la teología, sino de la historia meramente humana, ya que durante sus largos recorridos que lo llevaron por tierra y mar a diferentes ciudades de Asia y de Europa hasta llegar a la misma España fue llevando consigo un cambio en la manera de pensar, y por lo tanto en las costumbres que fueron transformando al mundo, y sembrando las bases de lo que sería la gran civilización cristiana que por siglos regiría el mundo europeo y después llegaría a América y prácticamente a todo el mundo.
En esta breve visión sobre un gran personaje de la historia universal, iremos tratando de conocer no saliamente a Pablo el hombre, sino todo su entorno social, político, económico, cultural y religioso, por lo que me parece será de mucho interés independientemente de que el lector sea cristiano o no.
Tarso fue una ciudad muy importante dedicada al comercio, era como la puerta o frontera entre el occidente romano y las culturas del oriente, había grandes almacenes y llegaban comerciantes de Éfeso, Alejandría, Corinto, Roma y España. Aunque Pablo era judío, por vivir en esta ciudad cosmopolita debe haber sentido la influencia del mundo helénico, y por ello pensaba, hablaba, y escribía en griego lo que en el futuro le ayudaría mucho en sus recorridos por el mundo.
Había en Tarsovarios dioses, los dos más importantes eran Ball-Tarz, el dios excelso, también había un dios local llamado Sandam, que después de fundió en una sola personalidad con el dios griego Hércules, en cuya fiesta se paseaba por la ciudad, y después se quemaba su efigie significando que la vida vegetal se renueva ciclicamente. Después todos se entregaban a terribles excesos que terminan en verdaderas orgías. En otra estatua se encontraba el signo de la época en un letrero que decía: “Caminante: come, bebe y pásala bien, que todo lo demás no vale la pena”.
Esta convivencia con el mundo pagano debe haber reforzado en Pablo la idea de que su religión judía era verdaderamente la única que hacía un gran contraste en concepto y costumbres, con respecto a todas las demás que se practicaban en su época, y le permitiría comprender muy bien que el hombre sin la ayuda de la revelación difícilmente podría encontrar un camino diferente.
Como ciudad dominada por Roma había desfiles militares, lucha y espectáculos, imágenes que después utilizará Pablo en sus escritos, y sin embargo pese a esto Tarso era una ciudad considera más bien conservadora con respecto a otras de Asia, aquí al menos las mujeres casadas usaban velos para demostrar su dignidad.
Sin embargo sorprende que en la época de Pablo en Tarso vivió un filósofo griego llamado Atenodoro, que predicaba que había que liberarse de las pasiones, y decía que la conducta del hombre debería basarse en que Dios estaba siempre presente en la vida, y por lo tanto no convendría hacer nada que no fuera acorde a la dignidad de esa presencia.
La familia de Pablo tenía la ciudadanía de Tarso y de Roma, además de ser judíos muy practicantes, y es importantes considerar en ese tiempo no había una separación de la comunidad judía con el resto por lo que no había específicamente un barrio judío.
Su nombre judío Saulo significaba el suplicado, pero su nombre civil era Pablo. Las ciudades griegas permitían una mayor libertad intelectual que las romanas, por lo que se desarrollaban ahí diferentes formas de pensamiento.
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