Dos personajes que inician su historia dentro del cristianismo en forma dramática en bandos contrarios para terminar al final en el mismo grupo, el de los mártires cristianos. También es muy contrastante que de Pablo conocemos mucho por las narraciones de los Hechos de los Apóstoles y por sus mismas cartas donde narra aspectos de su historia, de su vida personal, de sus sentimientos y sus relaciones con otras personas; en cambio de Esteban se sabe muy poco, aunque lo que vemos en los mismos Hechos de los apóstoles nos permite llegar a ciertas conjeturas.
Pablo seguramente fue de los alumnos más avanzados y entusiastas de los que asistían a la escuela de Gamaliel, y se decidió por el grupo de los que se apegaban estrictamente a la letra de la ley, y por su inteligencia y carácter no podemos dudar que se convertiría en uno de sus más fervientes líderes.
Esteban pudo haber sido un judío de la diáspora y su idioma el griego, por sus conocimientos sobre las escrituras es posible que también haya estado en la escuela de Gamaliel, y tal vez inclusive durante algún tiempo haya coincidido con Pablo, aunque si así fue por su forma de defender el cristianismo, y su conversión debe haber estado en el grupo de los que se inclinaban por el sentido y el espíritu de la ley más que por la letra de la misma.
Una vez terminados los estudios de Pablo en Jerusalén, no encontramos pistas ni él menciona nada al respecto de la siguiente década, pero podemos suponer que regresó a Tarso donde ejercía su trabajo de tendero en la pequeña empresa familiar y seguramente predicaría en la sinagoga el seguimiento estricto de la ley.
Esteban por su parte viviendo en Jerusalén no sabemos de qué manera se acercó al grupo de los apóstoles y discípulos, y al oír hablar de Cristo y comparar lo que decían las escrituras sobre la venida del mesías y sus características seguramente relacionó que Jesús y su vida se alineaban perfectamente al sentido de todas las profecías del antiguo Testamento, y, ahí se convertiría y estaría ya muy cerca de los apóstoles y los discípulos participando muy activamente.
Es muy necesario recalcar que al principio la comunidad cristiana no se sentía separada de la comunidad judía, más bien se creían el grupo que culminaría con la misión que le encomendó Dios al pueblo judío, por eso predicaban en el templo y en las sinagogas y para los no judíos eran simplemente una nueva rama del judaísmo, la cual no sabían exactamente en que se distinguía de la tradicional.
Pablo para ese entonces empezaba a escuchar de ciertas turbulencias en Jerusalén causadas por los seguidores de un carpintero que había sido enjuiciado y crucificado, pero le parecía un asunto de muy poca importancia, uno más de esos que se sentían mesías y solo causaban cierto desconcierto en minorías inconformes con la situación.
Pero durante una visita a Jerusalén percibió inmediatamente que algo más grande flotaba en la atmósfera, que ese grupo iba creciendo y al mismo se iban integrando muchas personas, y aún familias enteras y el mismo Gamaliel se encontraba un poco menos seguro de las interpretaciones estrictas de la ley. Entre eso nuevos convertidos estaban Esteban y Felipe, llamados entre otros a ser diáconos. Esteban era entusiasta y muy buen conocedor de las escrituras, así que Pablo podía tener en este joven a un rival de un nivel equivalente al suyo y se presentaba como una gran promesa de la naciente nueva iglesia.
Esteban y Pablo se encuentran, el primero hablaba de que La Ley y El Templo eran tan sólo una etapa transitoria para llegar a Jesús, cosa que a Pablo le parecía un disparate monumental y al mencionar la cruz le parece un total escándalo pensar que alguien que murió tan ignominiosamente pueda siquiera representar algo bueno y menos para la tradición judía.
Esteban es considerado un rebelde y es arrastrado al Sanedrín donde será juzgado. Sin temor alguno esteban alza la voz y acusa a las autoridades de ser ellos los traidores y haber dado muerte al salvador. Todos ahí se indignan contra tal afirmación y decretan que Esteba es culpable y merece la muerte.
El joven es arrastrado a la calle y recibe un empujón, después empiezan a caer sobre Esteban una lluvia de piedras, Pablo contempla impávido el espectáculo. Esteban se incorpora para decir: ¡Señor Jesucristo, recibe mi espíritu!
Sin saberlo este día fue para Pablo un día decisivo en su vida, nunca lo olvidó y le remordió siempre la conciencia. ¡No soy digno de llamarme apóstol porque he perseguido a la Iglesia de Dios! diría en los Hechos, Gálatas y Corintios. Es muy importante notar como desde ese momento San Pablo ya identifica a la Iglesia como a la obra de salvación de Jesús.
Así Pablo es testigo y aprueba la primera víctima de una cadena interminable de mártires, de la cual él mismo años después pasará a ser parte y a quienes debemos la gracia de conocer hoy en día y ser parte de la Iglesia.
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