Pablo continuo

Pablo el caminante eterno, capítulo XXIV. Segundo viaje

Se estima que por marzo del año 49 Pablo sintió esa necesidad de continuar con la expansión del Evangelio hacia occidente. Era muy conveniente iniciar este viaje conforme Jesús lo había dicho a sus apóstoles en sus primeros ensayos evangelizadores,” vayan de dos en dos”, así que para este recorrido Pablo escogió a Silas que provenía de la Iglesia de Jerusalén y había sido discípulo de Pedro, así que este es un signo de que no había quedado ningún rencor por la disputa entre ambos.


 


En esta ocasión Pablo tomó la decisión de ir por tierra, bordearon el lago de Antioquía y subieron el monte Amano por una carretera construida por los romanos entre bosques de encinas y pinos, pasaron frente al castillo de Pafre situado en un desfiladero cuyas ruinas aún pueden verse,  y después de contemplar Antioquía bajaron hacia el golfo de  Alejandreta, en cuya llanura Alejandro vencería a Dario, y era entonces un puerto comercial de importancia.

Pasaron por varias ciudades, donde fueron dando a conocer los decretos por los cuales los paganos que se convertían al cristianismo ya no estaban sujetos a las leyes judías, así llegaron a Tarso la ciudad natal de Pablo. Ahí adquirieron una tienda y víveres y se prepararon para partir por la carretera que conducía a Licaonia y Capadocia, pasando el primer día entre las casas que los ricos  tenían para veranear, después tuvieron que sortear difíciles caminos que van por temibles desfiladeros en las rocas, y después de siete días de agotador viaje lleno de peligros llegaron a Derbe, donde los habitantes los recibieron y seguramente, le preguntaron a Pablo por Bernabé. Había la necesidad de aclarar muchas cuestiones porque la evangelización era incipiente y no había todavía ningún evangelio escrito.

En listra la familia de Timoteo esperaba a Pablo, el joven se había convertido en un hombre de grandes cualidades humanas y con mucha fe, había estudiado mucho las escrituras, además hablaba y escribía en griego, y su madre y su abuela lo impulsaban a seguir sobre ese camino. Pablo habló con Timoteo sobre sus planes de ordenarlo sacerdote, para lo cual se obtuvo la aprobación de su familia y de la asamblea de ancianos que lo consideraban un joven ejemplar.

La madre y la abuela de Timoteo deben haber vivido esta ceremonia con suma emoción, se supone que el papá de Timoteo había fallecido por lo cual no pudo presenciar este gran momento, es la relación más antigua que tenemos de una ordenación sacerdotal.

Pablo lo tomó como su secretario, así que debería seguirlo en su misión, y eso significaba despedirse de su ciudad, y de sus amigos, y sobre todo de su querida madre y abuela, y como todos los que se decidieron a abrazar este camino, aunque el dolor de la separación es inevitable es superado por el amor a Jesús.

Pablo podía decidir entre ir tierra adentro o caminar por las ciudades que están en la costa, se decidió por esta última opción recorriendo las ciudades costeras de Prusa, Nicea, Nicomedia y Calcedonia, de ahí se supone que se dirigió al norte de Galacia donde sus habitantes según San Jerónimo eras rudos, pero de buen corazón.

 

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