Los venezolanos que buscan refugio en la frontera con Brasil viven “una realidad cruel y deshumana que reclama respuestas rápidas, eficaces y articuladas de las Iglesias, del estado y de la sociedad en general”, aseguraron miembros de la Comisión Episcopal Pastoral Especial para el Enfrentamiento a la Trata de Personas de Brasil.
Encabezados por monseñor Enemesio Lazzaris, los integrantes de la misión “Fronteras Brasil/Venezuela”, pudieron constatar que en las ciudades de Pacaraima y Boa Vista, donde se calcula que atraviesan cada día la frontera mil 200 venezolanos, los migrantes que huyen de las infrahumanas condiciones en su país, también enfrentan muchas dificultadas cuando llegan a la nación carioca.
Quienes logran llegar a algún centro de acogida tienen que padecer condiciones muy precarias debido a que la capacidad para hospedar a los migrantes es por mucho superada, por lo que la mayoría “se hacinan en albergues improvisados, que en muchos casos poco se diferencian de los campos de refugiados, otros muchos deambulan por las calles o son encontrados caminando, bajo un sol de 40 grados, a lo largo de los 200 kilómetros de la carretera que separa las dos ciudades, lo que les convierten en fáciles víctimas de todo tipo de explotación”.
Los integrantes de la misión aseguran que la policía y el ejército llevan a cabo abusos de autoridad, además de que gran parte de la población local rechaza a los venezolanos a quienes acusa de cualquier episodio de violencia. Entre otras graves situaciones, señalan, han constatado que hay trata de personas, tráfico de drogas y armas, explotación sexual de niños y adolescentes.
Entre los testimonios de quienes día a día conviven con los migrantes venezolanos, una religiosa indicó que las personas que llegan lo único que piden es un trabajo. “En todas las calles encontramos gente con placas pidiendo trabajo, nadie quiere nada gratis. Quieren dignidad”, resaltó.
Debido a lo insostenible de la situación en Venezuela Viorama Montero buscó refugio en Boa Vista desde hace siete meses junto con su compañero, tres hijas y un nieto, la mujer venezolana relató a los integrantes de la misión que muchas veces se ha enfrentado al rechazo de la gente, “los brasileños nos dicen que nos vayamos”, lo que “duele a uno como ser humano”, afirmó mientras platicaba su testimonio con lágrimas en los ojos.
Además, dijo que las condiciones de las que escaparon como maltrato y escases de alimentos, hoy también las padecen como inmigrantes, “estamos pasando casi lo mismo que estábamos pasando en Venezuela”, es algo crítico y doloroso, resaltó.
Monseñor Enemesio Lazzaris aseguró más importante “que las tantas palabras que decimos, las tantas oraciones que hacemos, son los gestos concretos en favor de los menos favorecidos, de los marginados, que son los que nos colocan más próximos, más dentro del proyecto de Jesús”.
La Comisión Episcopal Pastoral Especial para el Enfrentamiento de la Trata de Personas de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil realizaron la misión “Fronteras Brasil/Venezuela” del 1 al 4 de marzo, en las ciudades de Boa Vista y Pacaraima donde visitaron los centros de acogida de los indígenas Warao en Pacaraima y Pintolândia, y Tancredo Neves en Boa Vista, centro de acogida para los venezolanos.
Además, llevaron a cabo audiencias con la Policía Federal y la Gobernadora del Estado, así como reuniones con los obispos de Roraima, Monseñor Mario Antonio da Silva y el obispo de Santa Elena de Uairén-Venezuela, Monseñor Felipe González y el párroco de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús en Pacaraima, padre Jesús López Fernández, con las Pastorales Sociales, el Comité Estatal de Enfrentamiento de la Explotación Sexual y Trata de Personas, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y otras organizaciones de la Sociedad Civil.