En el tema del Presidente Trump hemos estado pasando por distintas etapas: Primero, la etapa de negación: “No va a pasar nada, el Congreso y las Cortes lo pararán”; después, la etapa del enojo: “Es un…, los gringos son odiosos”; y finalmente, la etapa de la depresión: “No hay nada qué hacer, ya nos llevó la trampa”.
Es importante que superemos estas etapas y nos pongamos en el peor de los casos: el Sr. Trump se sale con la suya, cancela el TLCAN, expulsa algunos millones de mexicanos de Estados Unidos, bloquea inversiones en México, y otras muchas calamidades. Y en este supuesto, ¿qué tendríamos que hacer? Pues simplemente: invertir en ser más productivos, capacitar mejor a nuestra gente, buscar nuevos mercados, mejorar nuestra infraestructura logística, decidirnos de una vez a hacer desarrollo tecnológico y, sobre todo, fortalecer nuestro mercado interno.
¿Por qué no empezar a hacerlo de inmediato? Si nos equivocamos, y sólo se aplican parcialmente las ideas del Sr. Trump, ¿qué habremos perdido? ¡Nada! Al contrario, nos convendría tener nuevos mercados, nos convendría tener un mercado interno fuerte, nos convendría ser más productivos, tener mejor logística, tener mayor desarrollo tecnológico.
… Y, para todo ello, tendríamos de cambiar los usos y costumbres de corrupción y discrecionalidad de nuestra clase política.
Todo esto sería fabuloso, ¿no lo cree usted?
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