En estos tiempos posmodernos, tiempos de la post-verdad, de amenazas externas y de peticiones de la clase política a la unidad nacional, vale la pena darnos cuenta de que el patriotismo va más allá de agitar banderas y de gritar lemas. Porque sólo un verdadero patriotismo puede guiarnos en este ambiente adverso.
Uno de los grandes escritores del siglo pasado, G.K. Chesterton, da un concepto que es iluminador. Él dice: “El punto es que, cuando amas a alguien, si ese alguien está feliz, es una razón para amarlo. Pero si ese alguien está triste, hay razón para amarlo aún más”. Y lo dice a propósito de la Patria.
Hoy podemos decir con seguridad que nuestra Patria, México, está triste. Que la Sociedad está triste. Entre los medios, la clase política y los grupos intermedios es muy raro encontrar a quien esté optimista. Y precisamente por esa tristeza es que debemos amar aún más a nuestra Patria. Y no amarla nada más con el sentimiento. Hay que traducir ese amor a nuestra Patria en hechos concretos. En acciones para mejorar a nuestra Sociedad, cada quien desde su lugar, cada quien en su trato a diario con compañeros de trabajo, con amigos, y sobre todo con la familia.
Claramente, hay quienes están tratando de abandonar a nuestro país. Muchos, por pobreza, por falta de oportunidades. Otros, a los que no les faltan recursos ni oportunidades, porque han perdido la confianza en nuestro país. Algunos que se van a vivir al extranjero, que se llevan sus inversiones a otros lugares “más seguros”. No los culpo, pero así no se mejora nuestra situación.
Nuestra Patria puede ser más feliz, si, y sólo si, nutrimos y acrecentamos nuestro amor a la Sociedad, a nuestros conciudadanos. Si dejamos de preocuparnos y empezamos a ocuparnos. Si asumimos a fondo nuestro papel de ciudadanos.
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