En este momento el PAN no se ha dado cuenta de que su división interna lo pone en peligro de muerte. Sus triunfos del 2017 lo han cegado y han hecho que sean triunfalistas. Si el PAN desaparece en 2018, será por su culpa, no por la fuerza de sus contendientes.
Una caricatura del caricaturista Francisco Calderón muestra el ex presidente Felipe Calderón y el presidente del PAN Ricardo Anaya a bordo de un bote de remos y dando vueltas a un taladro que está perforando el bote. Es una buena metáfora. Los directivos del PAN se están encargando de sabotear a su partido.
El fondo, me parece, es una equivocada auto percepción de la situación del partido con el registro más antiguo del país. En 2016 tuvieron un triunfo que ni ellos mismos se imaginaban. Contaron muchas cosas. El desprestigio del PRI, del ejecutivo federal, la división del PRD, las trapacerías de varios gobernadores y hasta la propuesta de última hora de los matrimonios igualitarios. En otras palabras: el PAN no ganó. Perdieron sus contrincantes. El voto por el PAN fue un voto por el mal menor. Pero no se puede seguir confiando en que sus contrincantes sigan fallando.
El PAN tuvo una oportunidad dorada de solidificarse, crecer, desarrollar nuevos cuadros. Y llevan un año desperdiciándola. Siguen con la ilusión de que la ciudadanía está con ellos y están dedicados a diputarse un poder que no tienen.
Y es una verdadera lástima. El PAN es posiblemente el partido con la filosofía política más sólida entre la clase política mexicana, emanada de sus fundadores y en particular de Manuel Gómez Morín. Un activo precioso, pero que no han explotado ni difundido. Pregunte Usted a mil ciudadanos en qué es diferente la filosofía política del PAN de la de otros políticos y 999 le dirán lo mismo: “Todos los partidos son iguales”. A los panistas no les ha importado difundir sus ideas. Sus promociones se basan en decir que son mejores personas. Lo cual siempre será discutible. Tampoco han hecho valer una historia heroica de sostener los principios democráticos cuando todos los demás partidos eran (y siguen siendo en una gran medida) profundamente autoritarios. Hay diferencias notables, pero la mayoría de la ciudadanía no las conoce. Y, en una de tantas, ni los propios panistas las conocen o están dispuestos a difundirlas.
No será rápido sustituir al PAN. La ciudadanía seguirá votando según el criterio del mal menor. En España, cuando desapareció el Partido del Centro Democrático, que hizo el cambio después de décadas de dictadura, se necesitaron doce años para que hubiera un partido que representara sus tendencias políticas. Y no hay razones para pensar que en México será diferente. El tema está en manos de los militantes del PAN. La ciudadanía no puede cambiar la actuación de su partido. Y, al parecer, a los propios panistas no les importa.
* Consultor de empresas. Académico del TEC de Monterrey. Ha colaborado como editorialista en diversos medios de comunicación como el Heraldo de México, El Universal, El Sol de México y Church Fórum
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