La propuesta de un Frente Amplio Opositor, lanzada conjuntamente el sábado pasado por Alejandra Barrales y Ricardo Anaya, con el propósito de sacar al PRI de la Presidencia, ha levantado polvareda. Nos preguntamos: ¿Es posible? Puede ser. ¿Es necesaria? Depende del punto de vista. ¿Será útil? Eso, hay que analizarlo con cuidado.
Es preocupante el motivo de la alianza. El objetivo, dicho por sus proponentes, es sacar al PRI de la Presidencia. Ya ocurrió y poco o nada cambió. Doce años del PRI fuera de Los Pinos no bastaron para lograr un cambio democrático de fondo. ¿Por qué? Harían falta muchos artículos y mucho debate para llegar a un consenso. Pero el hecho duro está ahí y no es claro qué hacer para evitar que se repita.
Porque el tema no es sacar el PRI de la presidencia. El punto es sacar el modo de gobernar del PRI de la vida política, de los gobiernos estatales y municipales. Sacar de la clase política la forma de gobernar autoritaria, con desprecio a la ciudadanía, los tratos “en lo oscurito”, la corrupción y muchas características más de ese tipo de gobierno. Porque la ciudadanía no se equivoca en esto. En su modo de gobernar, todos son iguales. Todos tienen cola que les pisen. Todos, ustedes perdonarán, gobiernan como priistas.
Si se logra concretar un frente amplio opositor, habrá que tener una amplia discusión sobre el punto central: los principios políticos y como se van a conciliar. Y esta discusión debe ser totalmente transparente y sin beneficiar a alguna parte o inducir de entrada a algún posible candidato. Porque los principios de cada fracción son muy opuestos.
Por dar algunos ejemplos: Unos ven necesaria una total libertad en lo económico, otros promueven una intervención muy profunda del Gobierno en la economía. Unos promueven el corporativismo, otros la libertad individual. Unos están por defensa de la vida, otros por la total libertad para abortar. Unos están por el uso de la fuerza del Estado contra el crimen, otros apuestan a la educación para reducir el crimen. En aspectos penales, unos están por los derechos de los presuntos culpables, otros (pocos) por los derechos de las víctimas. Unos están por darle libertad a los candidatos independientes, otros por hacer muy difícil la formación de nuevos partidos. Unos por apaciguar a Trump, otros por oponérsele ferozmente Unos por la segunda vuelta electoral en todo tipo de elecciones (de ejecutivo y legislativo, en todos los órdenes de gobierno), y otros no quieren ni tocar el tema. Y estoy seguro que hay muchos conflictos más.
No basta con crear una alianza y sacar al PRI de la presidencia. Debe haber un terreno común y reglas claras para la convivencia y para la solución de conflictos. De otro modo solo se irán poniendo las bases para un conflicto político más profundo, a mediano plazo. Esta propuesta se parece mucho al caso de los novios que les urge casarse pero que lo único que los une es su deseo de salir de la casa familiar. Lo logran, se casan y descubren rápidamente que lo único que los unía era el deseo de alejarse de sus progenitores. Y, predeciblemente, ese matrimonio fracasa.
Opino respetuosamente y con temor a equivocarme que hay necesidad de poner una estructura a esta propuesta. No solo unas bases sino el diseño de los grandes rubros de la operación de grupos tan disímbolos. Comenzar por una profunda y pública autocrítica de los participantes en el mencionado Frente. Las reglas para entrar a dicho Frente y, posiblemente, las reglas de salida. La participación, ya mencionada, de las iglesias, pero también de los independientes, académicos, empresarios e incluso de las fuerzas políticas clandestinas, como el Zapatismo y el ERP, por ejemplo. Y un manejo claro de cómo se repartirían los puestos, una vez que se triunfe.
Luego, la temática. Temas en que hay acuerdo y temas que se pondrán a referendo. No tienen que ser demasiados. En la transición española, los temas no fueron muchos. El acuerdo de pedir la entrada a la Comunidad Europea y la legalización de los partidos políticos clandestinos, como el Partido Comunista, fueron los acuerdos más destacados. Nosotros deberíamos tener acuerdos sobre la creación de balances y contrapesos al poder en todos los niveles. La creación de contralorías ciudadanas y el papel de la ciudadanía en las decisiones importantes.
¿Qué cómo me siento? Con una mezcla de cauteloso optimismo y, creo yo, de sano escepticismo. No puedo dar un cheque en blanco a los políticos sólo porque se oponen al PRI. La clase política debe tener muy claro que le tenemos una gran desconfianza y que no es gratuita. Nos han decepcionado, nos han traicionado, nos han usado y ahora quieren que los canonicemos. Entiendan que no nos pueden recuperar con algunos bellos discursos y una tonelada de mercadotecnia política. Tienen que hacer mucho más que eso para recuperar nuestra confianza.
* Consultor de empresas. Académico del TEC de Monterrey. Ha colaborado como editorialista en diversos medios de comunicación como el Heraldo de México, El Universal, El Sol de México y Church Fórum
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