En estos últimos días del 2017, es fácil escuchar comentarios muy negativos. “Que ya se acabe este año, porque estuvo de llorar”, dicen unos. “El 2018 será un buen año, porque es casi imposible que sea peor que el 2017”, dicen otros. Hay una fuerte cantidad de pesimismo en el ambiente, Que si Trump, que si el dólar, que los gobernadores, que sismos y ciclones. En fin, que motivos no faltan.
En parte hay razones, pero creo que no es toda la historia. Sí, hubo fuertes sismos y ciclones, más poderosos que los de hace varias décadas. Afortunadamente, no hubo tantas víctimas como en eventos similares y el gobierno reaccionó con rapidez, a diferencia de otros casos. Y tuvimos la agradable situación de presenciar casos muy frecuentes de solidaridad y heroísmo que creíamos cosas del pasado. Nuestros chicos y chicas, a quiénes muchos consideraban ensimismados y egoístas, dieron con hechos un rotundo mentís a sus críticos. Con esa actitud nuestro futuro será sin duda mejor que lo que hoy tenemos.
Hubo muchos casos de corrupción y un buen número de gobernadores están encarcelados o en proceso. Es cierto. Pero antes hubo casos iguales o peores en años o sexenios anteriores y los culpables nunca fueron acusados. Todo quedó a nivel de chisme. Y la prensa, generalmente muy sumisa al régimen, ahora tuvo casos notables en donde esas situaciones se expusieron al público. A pesar del fuerte control financiero que ejercen los gobiernos sobre la prensa, como reportó el New York Times.
Vienen elecciones federales y ha aumentado mucho el volumen y el nivel del debate. Algo que sobrepasa por mucho lo ocurrido hace seis años y que, ojalá, esperamos que sea mucho mejor aún en 2018. Se presentaron candidatos independientes, cosa que no se permitió en elecciones anteriores. La mayoría no tenían posibilidades, pero ya se dio un primer paso. Aún si ninguno compite o gana, el precedente ya existe y es posible que sea una vía para renovar a una clase política ya caduca. A nivel estatal y en las elecciones del legislativo, las oportunidades son aún mejores.
A nivel de la Iglesia Católica hubo un evento histórico cuyo impacto se verá a largo plazo: el Congreso Juntos por México, agrupando a casi un centenar de movimientos laicos católicos que buscan colaborar y apoyarse mutuamente. Lo cuál trae a la sociedad mexicana un elemento totalmente nuevo: la colaboración de los católicos, tradicionalmente separados en sus actividades sociales.
Hay material sobre el cual se puede construir. Eventos y tendencias que pueden ayudar a construir un largo plazo muy superior que nuestra actualidad. ¿De qué dependerá? De no dejarnos influir por el pesimismo reinante. Ese pesimismo solo beneficia a quienes han dañado a México. Si llegamos a la conclusión de que no hay nada que hacer, que todo está perdido, nuestra situación efectivamente será cada vez peor. Si creemos que hay mucho que se puede y debe hacer por México, nuestra situación será otra. Yo así lo creo.
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