En mayo de 2016 nace el Frente Nacional por la Familia, en parte como reacción a la propuesta de la administración federal para equiparar el matrimonio gay con el matrimonio que jurídicamente reconoce la Constitución y los códigos de lo familiar. Pero ese Frente se debe, además, a la cristalización de otras muchas inquietudes y disconformidades de muy amplios sectores de la Sociedad preocupados por el declive de la familia como un valor fundamental de la sociedad mexicana.
En menos de dos años el Frente ha logrado algo muy difícil: agrupar a más de mil organizaciones de la sociedad civil, desde algunas de alcance nacional y más de 100 años de existencia, hasta pequeños grupos de alcance local y de reciente creación. Todos ellos convencidos de la necesidad de hacer un frente común por la familia. Todos ellos dispuestos a colaborar y a hacer a un lado sus diferencias. Algo que no es fácil.
A diferencia de otras organizaciones, esta no se trata de una colección de membretes, como muchos que agrupan a las mismas personas con diferentes etiquetas. El Frente representa a millones de ciudadanos, mayormente pero no exclusivamente católicos. Algunos medios, dados a la simplificación, lo ven como un organismo antiaborto y anti-gay. La realidad es que este Frente es algo mucho más complejo.
Ahora el mencionado Frente presenta una amplia propuesta de cara a las elecciones del 2018 y las consecuencias de las mismas en los próximos años. Su idea es presentar iniciativas de política pública sobre 14 ejes temáticos agrupados en cuatro esferas: Vida, Desarrollo, Familia y Justicia. Sus propuestas se presentarán a la ciudadanía, por supuesto, y también al Legislativo que es quien puede convertirlas en leyes y reglamentos. Y el tema no queda en las propuestas: se plantea también llevar a cabo el seguimiento de su aprobación, implementación y el grado en que se hacen cumplir.
Lograr este consenso no es fácil. Los mexicanos tendemos a la fragmentación de nuestras organizaciones y eso explica cómo minorías políticas muy bien organizadas han podido imponer a la sociedad leyes y situaciones que las mayorías rechazan. Pero parece que estamos aprendiendo.
Otra diferencia notable: el Frente se sale del tema de hacer peticiones al Ejecutivo, de quien esperamos todos los bienes y al que achacamos todos los males. Desde los Tlatoanis aztecas hasta la presidencia imperial, el benefactor siempre ha sido el primer mandatario. El concepto del Frente es trabajar desde la sociedad civil y exigir al Congreso que nos represente y sea un contrapeso efectivo a la presidencia. Un gran avance. Un concepto moderno, que deberíamos aplicar más ampliamente.
Repito: parece que vamos aprendiendo. Más allá de chismes, chistes y memes se están desarrollándose otros mecanismos, organismos intermedios que son la solución para que la sociedad recupere el poder que la clase política no ha sabido aplicar para bien de la sociedad. ¡Felicitaciones!
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