En el tráfago navideño de los días pasados, en México como en la prensa internacional prácticamente pasaron desapercibidas las elecciones del 21 de diciembre en Catalunya. Después de la declaración de independencia de Catalunya, ilegal como casi todas las independencias, el gobierno de Mariano Rajoy aplica el artículo 155 de la constitución española, encarcela a algunos gobernantes catalanes, mientras que Carles Puigdemont presidente de la Generalitat, el parlamento catalán, se refugia en Bruselas. Tras de ello, sin más trámite, sin un análisis sensato, sin ninguna medida de conciliación entre los bandos que están en pro o en contra de la independencia catalana, con inexplicable prisa lleva a cabo elecciones generales para renovar la Generalitat.
Evidentemente el Sr. Rajoy se creyó su propia propaganda y pensó que los catalanes opinan igual que él. Creyó que la mayoría de la población estaba en contra la independencia y fue así, pero la diferencia fue tan pequeña y el sistema de representación en la Generalitat está diseñado de tal modo que las fuerzas independentistas conservan la mayoría en el parlamento.
Antes de las elecciones se hizo mucho énfasis en las empresas que dejaron Catalunya, las manifestaciones multitudinarias en contra de la independencia y sesudos artículos tratando de demostrar que los catalanes son muy tontos por querer una independencia que no les conviene. Argumentos que claramente no les convencen a los catalanes y, por contrario, les persuaden cada vez más de que a los españoles ni les importan ni los quieren.
Ahora los enemigos de la independencia se quejan de que la televisión apoyó a los independentistas y de que los que votaron a su favor fueron los pueblos atrasados y la gente con pocos estudios. O sea que, según estos señores, debió haberse censurado a los medios e impedir votar a los que consideran ignorantes. Vaya concepto de democracia.
Ahora se habla de una nueva secesión: la autonomía de Tabarnia, formada por las provincias catalanas de Barcelona y Tarragona, que no se independizarían y se quedarían en España. Los argumentos son casi iguales que los que usan los secesionistas catalanes. ¿Será en broma o en serio? Habrá que esperar al regreso de las vacaciones.
Por otro lado, no creo el argumento de que los medios hayan sido decisivos a favor de la independencia. Si la prensa y la televisión fueran tan determinantes, Hillary Clinton hubiera ganado de calle y no hubiera ocurrido el Brexit.
Para mí, las lecciones de este sainete son:
· No ha sido convincente el anuncio de catástrofe si Catalunya se independiza
· Todo lo que se ha hecho no ha logrado la reconciliación entre españoles y catalanes
· Las marchas multitudinarias no se traducen necesariamente en votos.
· La gente ya no toma sus decisiones basándose solo en los medios tradicionales sino también en una variedad de fuentes de información
· Todavía hay muchos que no entienden el tema catalán y siguen aferrados a su visión reduccionista de esa realidad. Por eso siguen buscando pretextos y así no llegarán a soluciones
En mi opinión, Rajoy está ahora en peor situación que antes. Agotados sus argumentos legalistas y derrotado en las urnas, le quedan pocas opciones. Les ha servido en bandeja de plata un triunfo a los secesionistas. Ahora a ver qué hace. Desde Latinoamérica hay quienes este sainete nos parece una tragedia. Y todo por no buscar en serio una reconciliación que era evidente que se necesitaba y sigue necesitando. Ojalá aprendamos las lecciones de esta comedia de errores. Ojalá las tengamos en cuenta los que, siguiendo la tradición de José Vasconcelos, seguimos soñando en una unidad plena de los latinoamericanos y, a mayor plazo, de la Hispanidad.
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