Es difícil no conocer e interactuar con personas de diferentes países y etnias por la movilidad de esta época que se facilita por los costos de viaje, o por la multinacionalidad de las empresas, también por las migraciones forzadas de la gente que busca trabajo, o que huye de condiciones de violencia o desastres naturales, y además, por la interacción digital que nos permite entrar en contacto con diferentes culturas.
A pesar de esta realidad característica de nuestra generación, al mismo tiempo tenemos ejemplos de conflictos raciales, persecuciones y discriminación por causas de raza, religión o manera de pensar; la xenofobia (fobia a los extranjeros) que se acentúa en muchos países y que hace surgir posiciones políticas que modifican la geografía electoral, nos descubre otra grave contradicción de nuestro tiempo.
Por lo menos tres segmentos de la población en el mundo sufren de grave discriminación: las mujeres, los indígenas y los migrantes, curiosamente muy poca atención se pone a esta realidad y a estos grupos poblacionales que no necesariamente se pueden considerar minorías, ya que en el caso de las mujeres son la mayoría a nivel global, en el caso de los indígenas son mayoritarios en sus comunidades y representan casi el 5 % de la población en el mundo, los migrantes representan hoy por lo menos 4 % en el planeta.
La discriminación que desde siempre han sufrido las mujeres en prácticamente todas las culturas, y que lentamente ha disminuido, sigue siendo un problema global de nuestra generación, a pesar de una sensibilidad especial y cambios legales que buscan acabar con las diversas formas de violencia a que están sometidas. Una manera práctica de medirla es a través de la diferencia de sueldos que se paga a hombres y mujeres con responsabilidades similares.
La discriminación de los indígenas es grave además por su persistencia histórica y el alto porcentaje de quienes viven en condiciones de pobreza, a pesar de que forman comunidades enteras dentro de regiones o países, lo que hace más injusta la discriminación y abusos que sufren por parte de poblaciones mestizas, o etnias dominantes en los países, donde los ataques pueden llevar hasta a genocidios y “limpiezas” étnicas.
Finalmente, los migrantes que son una realidad y al mismo tiempo una metáfora de nuestra generación, en la mayoría de los casos llegan a otros países como víctimas, en condiciones de desventaja legal, económica, y cultural, sufriendo toda clase de vejaciones, abusos y discriminación.
Paradójicamente las agendas gubernamentales e incluso las de los medios de comunicación, esconden o disminuyen la atención a estos grupos vulnerables mayoritarios, que se encuentran en muchos casos sufriendo graves tragedias, para privilegiar la atención a asuntos de preferencias ideológicas o sexuales, que terminan marginando las crudas problemáticas de violación a derechos humanos que enfrentan mujeres, indígenas y migrantes.
Esta generación que busca respetar los derechos humanos y evitar todo tipo de discriminación, se vuelve vulnerable al no atender primero a la mayor población que más lo requiere: Mujeres, niños, ancianos, personas con discapacidad, indígenas y migrantes. Si somos congruentes y atendemos lo más importante, estaremos contribuyendo a resolver las graves injusticias e inequidad social características de esta generación.
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