En esta época es más fácil comunicarse con personas al otro lado del mundo y al mismo tiempo es más fácil desentenderse de quien está a tu lado. Mientras que todos pueden bloquear a personas con quienes no quieren interactuar en redes sociales, es posible que muchos desconocidos puedan acceder a tus datos más íntimos sin que te des cuenta, a través de la información que existe públicamente en la red.
Es una época en que la abundancia de canales y contenidos permite ser selectivos en los temas de información que a cada quién le interesan, y al mismo tiempo, el acceso a la información está preseleccionado por los buscadores inteligentes de internet que conocen tu perfil.
Es una época de paradojas, donde la máxima conectividad virtual te puede llevar al máximo individualismo real; donde la intimidad de las personas está sujeta a la máxima exposición; y donde el activismo virtual puede generar la mayor apatía social presencial. Las redes se pueden usar tanto para el bien como para el mal.
Estas paradojas en la relación de las personas con las redes virtuales, las cámaras de video, y los teléfonos móviles, caracterizan y modifican constantemente las reacciones y preferencias de la sociedad, con efectos en las relaciones personales, familiares, laborales, económicas y políticas.
Los temas que se derivan de esta nueva realidad se vuelven interminables, desde la manera en que las redes asociadas a la mercadotecnia y la publicidad son capaces de generar patrones y nichos de consumo utilizados por empresas y políticos, hasta las alteraciones en el funcionamiento de las conexiones neuronales, que van modificando la manera de decidir e interpretar de las sociedades.
Varios dilemas éticos se presentan, ya sea por la libertad irrestricta en los contenidos que existen a través de diversas plataformas que antes podían segmentarse para niños, adolescentes y adultos, y ahora están disponibles indistintamente; o por la intromisión y control de la información sobre nuestros gustos, intimidad, y redes familiares y sociales, que atenta contra nuestra libertad y genera un estado virtual omnipresente que puede ser controlado por gobiernos, empresas o delincuentes.
Las redes se han convertido en instrumentos políticos y sociales que antes no existían y que sustituyen o modifican instituciones con siglos de antigüedad: familia, escuelas, métodos educativos, iglesias, instituciones de seguridad, medios de información, monopolios empresariales y gubernamentales.
La familia es afectada por los cambios en los procesos de comunicación, interacción y formación entre sus miembros, generando brechas entre padres e hijos, que se acentúan por la mayor interacción de los hijos con personas y canales virtuales con diferentes valores y perspectivas; Las escuelas y los métodos educativos se vuelven obsoletos frente a la disponibilidad de información en internet, con formatos que combinan sonidos, textos e imágenes.
Las iglesias a su vez se ven afectadas por la alteración de los procesos de formación en las familias y por la modificación de los métodos catequéticos, al igual que los métodos educativos en las escuelas, por otra parte, los ejércitos y policías enfrentan la modificación de los conflictos y delitos con la emergencia de las células terroristas y redes criminales internacionales, que pueden ser detonados o realizados desde computadoras y celulares.
Los medios tradicionales de información a través de prensa escrita, radio y televisión centralizada, compiten con generadores de información en tiempo real, con capacidad de impactar a millones al instante de una transmisión en vivo a través de un celular; las grabaciones de video y audio subrepticias que antes eran monopolio de agencias especializadas, están ahora disponibles para casi cualquier persona que tenga intención de hacerlo.
Las formas de comunicación y convivencia familiar se deben adaptar por la necesidad de protección de la identidad e intimidad de los niños, y la urgente necesidad de fortalecer los criterios éticos para esta época. La adecuación de los métodos y procesos educativos de escuelas e iglesias también brindan oportunidades para revolucionar el acceso y la calidad del aprendizaje y la formación de las personas; y finalmente, los medios virtuales permiten nuevas formas de acceso al poder, y al mismo tiempo generan mecanismos novedosos para cuestionar a los gobiernos y a las empresas.
En conclusión, se requieren adaptaciones en las instituciones de formación ética de las sociedades: familia, escuelas e iglesias, para que las personas puedan aprovechar al máximo los instrumentos de comunicación, información e interacción virtuales; y por otra parte, los ciudadanos necesitan aprovechar las nuevas formas de participación virtual, conectándolas con acciones presenciales para vencer la alienación y la apatía y así transformar positivamente la sociedad.
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