3 niñas

Ella tiene 15 años, vive con una amiga de 10 años y con una bebé de meses, las tres niñas viven juntas y más o menos sobreviven de la caridad pública. Quizá algunos pensarán que son tres hermanas huérfanas que perdieron a  sus padres en algún momento de su vida, sin embargo esto no es cierto.


 


La mayor si tiene papás, su mamá la abandonó y fue a dar a un orfanato donde conoció a la niña de 10 años que no es su hermana, su papá aunque no vive con ella, le ayuda a pagar la renta de la casa donde viven hoy fuera del orfanato. La más pequeña de las tres también llegó a la casa por invitación de la mayor, pero tampoco es su hermana, sino su hija.

La pequeñita de dos meses estuvo a punto de ser abortada, y gracias al apoyo de otras mujeres,  su mamá la recibió. Las tres mujercitas comparten la casa y un destino incierto, las circunstancias del embarazo de la mayor no son parte de esta historia, ni siquiera la manera como decidió invitar a su amiguita de orfanato a vivir con ella y con su pequeña bebé.

Esta historia en proceso, como muchas otras, nos deben hacer reflexionar acerca de la manera como estamos abordando la problemática de rompimiento familiar en nuestra sociedad, la ausencia de padres educando a sus hijos, y la ausencia del gobierno apoyando a niños y niñas huérfanas, a las niñas embarazadas, y a las bebés en situación de riesgo.

Lamentablemente  hoy se plantea la política de protección de niñas promoviendo los derechos sexuales y reproductivos, incluyendo el aborto, cuando lo que se debería promover es el apoyo a las muchachitas, y la responsabilidad de los papás, del estado, y de los varones que embarazan a niñas y las abandonan a su suerte.

Las conciencias pragmáticas promueven el aborto como la manera de resolver el problema de una adolescente o niña embarazada, sin pensar en ayudarla en su situación de vulnerabilidad, apoyarla en su embarazo junto con el bebé por nacer, y en buscar que el varón involucrado se haga responsable, además de evitar que vuelva a provocar otra situación similar.

Es evidente que estas tres niñas requieren todo el apoyo de la sociedad, si falta la familia cercana, como es el caso, hay que protegerlas de posibles depredadores y abusones que se aprovechen de su condición, y al mismo tiempo darles el soporte mínimo para que puedan sustentarse, educarse y salir de su situación precaria, para ello se requiere un cambio en el enfoque de las políticas de protección a niños, niñas y adolescentes desde el estado y la sociedad civil.

Es necesario que como sociedad ubiquemos nuestras prioridades y nos dediquemos a regenerar tejido social, a construir solidaridad y esperanza, en lugar de continuar en la lógica del descarte, la exclusión y el pragmatismo que privilegia a la muerte frente a la vida. Las políticas públicas y las intervenciones sociales deben enfocarse a proteger la familia y a mitigar los efectos derivados del rompimiento familiar con políticas afirmativas para la protección y educación de los menores.

 

 

 

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