La semana pasada tuve la oportunidad de visitar una empresa de desarrollo tecnológico en Guadalajara y quedé gratamente sorprendido por el nivel de productos que ahí se desarrollan completamente por jóvenes ingenieras e ingenieros mexicanos, con áreas de desarrollo e investigación de nuevos productos y mejora de los existentes, áreas de producción, prueba y mantenimiento. La capacidad y juventud del personal fueron altamente motivadores, además de saber que sus productos son líderes en el mundo.
Hace algunos meses también tuve la oportunidad de ver trabajar a un grupo de jóvenes en la sierra tarahumara de Chihuahua caminando entre las comunidades para enseñar a los indígenas como construir cosechas de agua y llevarles ayuda parcial a través de organizaciones no gubernamentales, algunos de estos jóvenes también son raramuris, por lo que comprenden sus costumbres y se comunican con los habitantes en su lengua facilitando el trabajo.
En los últimos meses también he observado a un grupo de jóvenes que han realizado actividades para motivar la participación de sus compañeros en las elecciones universitarias y en la solución de problemas específicos en su comunidad.
En el primer caso, los muchachos están motivados porque están trabajando en el diseño de sus propios modelos y productos, lo cual no es el caso en la mayoría de las compañías manufactureras, donde normalmente se produce lo que fue diseñado por ingenieros en el extranjero. Estos jóvenes están haciendo la diferencia aplicando sus capacidades para generar nueva tecnología útil en temas de prevención y seguridad para la población.
El líder del grupo de jóvenes raramuris trabajando en la sierra tarahumara llegó ahí para pagar una manda de sus días de estudiante, cuando sobrevivió a una enfermedad que lo puso al borde de la muerte e implicó una operación de emergencia para salvarlo, iba por un año y ya tiene 10 años, en el proceso conoció a su hoy esposa con la que ha formado una familia. Hoy junto con su equipo, está haciendo la diferencia en muchas familias de la sierra que no tenían acceso al agua, y que ahora gracias a sus acciones ya cuentan con agua y una mejor vivienda.
Los jóvenes universitarios que promueven diálogos, información y acciones para la participación han utilizado herramientas de comunicación de redes novedosas que les permiten convocar a otros estudiantes a involucrarse.
En todos los casos, los jóvenes están convencidos de que su trabajo hace una diferencia concreta, con esta premisa, cada vez más jóvenes se involucran en iniciativas para proteger el medio ambiente, para trabajar solidariamente por los demás –como fue el caso de los terremotos-, e incluso poco a poco en iniciativas que pueden llevar a cambiar su entorno universitario e incluso el sistema político en que nacieron y que necesita urgentemente transformarse.
Sean problemas de seguridad, de pobreza, de apatía, de injusticia o corrupción; para hacer una diferencia, hay que estar en el lugar de los hechos y no quedarse solo en la teoría, salir de la zona de confort y comprometerse a resolver problemas específicos con las herramientas que se van adquiriendo, en la familia, en la iglesia, en la diaria convivencia, y en la escuela. Solo así los jóvenes tomarán en sus manos el presente y el futuro de su país para hacerlo más humano y solidario.
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