A la infancia se le denomina “la edad de oro”. Una edad en que todos crecemos, nos desarrollamos y aprendemos con naturalidad, sin ningún esfuerzo.
¿Qué pasa a medida que crecemos? Nos olvidamos de aquellos valores y actitudes que teníamos arraigados y que nos hacían descubrir el mundo de una forma apasionada.
Si nos apartamos de nuestra infancia, también lo hacemos de las posibilidades de instruirnos, desarrollar y crecer.
Son muchas y muy variadas las grandes lecciones que se pueden aprender observando a los niños pequeños. Te invito hoy a reflexionar sobre las siguientes que Gabriel García de Oro describe en “El País”:
1) El “ahora” es lo que cuenta
Los niños viven el momento con total intensidad, sin reservarse nada para después. Ponen toda su energía, empeño y corazón en lo que están haciendo “ahora, en el momento”.
Obsérvalos: cuando están corriendo, jugando, escalando, nadando… es su tiempo, y ahí es donde viven, sin dejarse agobiar por pensamientos del pasado ni preocupaciones del futuro, que es posible que jamás lleguen.
2) Preguntar aquello que no se sabe
Sin duda alguna, en la infancia, conscientes de todo aquello que se ignora, no paramos de preguntar y preguntar: ¿por qué?, ¿para qué?, ¿en dónde?
A un niño no le da vergüenza admitir que no sabe esto o aquello con tal de obtener respuestas. Siendo capaces de preguntarnos el porqué de todo, es como se crece y se sigue adelante.
3) Asombrarse de lo que nos rodea
Si no se ejercita, la capacidad de asombro, disminuye con el paso del tiempo, y con ello la creatividad.
Pero se puede practicar, podemos obligarnos a que las cosas nos sorprendan. Si miramos el mundo con los ojos de un niño, veremos un lugar absolutamente maravilloso y mágico. Dejaríamos a un lado las rutinas, el aburrimiento y la desidia.
4) Caerse es la parte del aprendizaje
Podemos ver la naturalidad de los niños y las niñas cuando juegan: se caen y se levantan; se vuelven a caer y a levantar como si no hubiera pasado nada. El juego continúa. Ellos se caen sabiendo que se van a levantar y que se van a volver a caer.
5) Y mancharse también
La suciedad asusta; queremos vivir, pero sin ensuciarnos. Experimentar ensucia, explorar ensucia, construir ensucia. Es parte del aprendizaje.
6) Liberados de la obsesión por lo nuevo
Los niños pueden ver una película y volver a verla una y otra vez. Quieren escuchar un cuento que ya ha sido contado en cientos de ocasiones. Repiten esa camiseta que les encanta. Los niños reinciden.
No tienen esa ansiedad de la novedad constante, producida por el bombardeo de la publicidad que dice que lo nuevo es mejor. Son inmunes aún, a ello.
7) Seguir el propio instinto
Los más pequeños actúan y deciden por instinto. Por instinto se acercan y confían, crecen y se desarrollan. Esta conducta muchas veces da las respuestas correctas.
Los adultos calculamos, vemos las posibilidades, dudamos y nos paralizamos. Seguimos poco nuestro instinto.
8) Orgullo de los propios logros
Nuestros hijos pequeños se enorgullecen de lo que hacen: “mamá, mira lo que ya sé hacer!” Estos pequeños no esconden sus progresos. Saben felicitarse cuando tienen que hacerlo, están alegres por las cosas que aprenden y son capaces de celebrar sus éxitos y compartirlos con sus seres queridos.
Como adultos, no somos capaces de felicitarnos a nosotros mismo, de compartir nuestros logros con otras personas.
9) Si ríen, ríen… si lloran, lloran
Saben expresar los sentimientos y no tienen miedo a demostrarlos. Son capaces de llorar en público, de reír a carcajadas; si quieren un beso o un abrazo, lo piden; si algo les asusta, demuestran miedo; y si están tristes, lloran. Esto hace que afronten mucho mejor sus sentimientos y que logren superarlos. Pregúntate, qué tanto logramos esto como adultos logramos esto.
10) Hacen amigos muy fácil
Para los niños, el hacer amigos es una cuestión de confianza, aceptación y generosidad; son espontáneos. No les cuesta trabajo hacer amigos, compartir, jugar, explorar. ¿Por qué, con la edad, nos complicamos y nos volvemos más solitarios?
Los niños CREEN, en los Reyes Magos, en las hadas, en cualquier tipo de magia. Hoy te invito a abrirnos a la magia de volver a ser niños y a poner en práctica estas valiosas lecciones que los más pequeños nos enseñan todos los días.
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