Uno de los avances en la psicología de las últimas décadas ha sido el descubrimiento de la inteligencia emocional como habilidad básica para el éxito.
Entender lo que sentimos y la utilidad de las diferentes emociones, nos ayuda a hacer de ellas una guía para nuestro camino. Por el contrario, no ser conscientes de lo que sentimos, puede conducir al sufrimiento y al fracaso en las relaciones sociales.
Una emoción es información intima. Un aviso respecto a qué me está pasando en este momento; un toque de atención que sitúa a cada uno en el presente, pues está referida a lo que vivimos y sentimos en este instante concreto.
Es un aviso primario con importantísimas funciones en la conservación, la relación y la socialización del individuo.
Nadie puede anclarse de forma permanente a una misma emoción. Por eso, aunque hablemos de personas tristes o alegres, en realidad lo que existen son las situaciones tristes o alegres.
Vamos a platicar sobre ciertas emociones que tienen utilidad y podemos canalizarlas para optimizar nuestra vida y la de nuestro entorno:
– “Al experimentar alegría”: aumentamos la empatía y la capacidad de estrechar vínculos con los demás, además de desarrollar en nosotros la ternura, la excitación e incluso la atracción física. Es un estado perfecto para compartir ideas, sensaciones y nuevos proyectos.
– “Sentir miedo”: activa nuestra atención ante una posible amenaza o peligro. Cuando no aparece de forma injustificada y repetida, convirtiéndose en fobia, esta emoción es muy útil para nuestra supervivencia. Nos permite tomar conciencia de lo que estamos viviendo y, no menos importante, de lo que hacemos con nuestra vida.
– “La ira”: señala una situación, interior o exterior, que nos produce desasosiego y debe ser reparada. Si en lugar de expresarla a través de una explosión de genio la canalizamos en forma de soluciones, esta emoción nos servirá para corregir el desequilibrio y estar mejor que antes.
– “En cuanto a la tristeza”: muchas veces tiene que ver con hechos del pasado. Apunta a algo que hemos vivido de forma traumática o, por el contrario, a experiencias que fueron muy positivas, pero que no podemos volver a repetir, por ejemplo, tras una separación. La función de este estado es desprendernos de aquello que un día tuvimos o sentimos.
Comprender nuestras emociones básicas y su utilidad, nos permite dejar atrás lo que ya no nos sirve, tomar conciencia de lo que ahora necesitamos y proyectarnos de forma mucho más positiva hacia el futuro.
“La mayoría de las personas son tan felices como sus mentes les permiten ser”, dijo Abraham Lincoln.
El problema de muchas personas es que llegan a sentirse abrumadas por sus propias emociones, como si en lugar de una brújula para orientarse llevaran grilletes que las paralizan.
Hay un cuento del místico indio Osho que puede sernos muy útil:
Un rey les dijo a los sabios de su corte: “me estoy fabricando un precioso anillo y quiero ocultar bajo el diamante algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación. Tiene que ser breve de modo que pueda esconderlo allí”.
Aquellos sabios habían escrito grandes tratados, pero no sabían como darle un mensaje de dos o tres palabra que pudiera ayudar a su rey en momentos en los que él consideraba que esa ayuda podía marcar la diferencia.
Un anciano sirviente, que era como de la familia, le dijo: “no soy sabio ni erudito, pero conozco el mensaje que buscas, me lo dieron hace muchos años”.
Escribió tres letras, lo dobló y se lo entregó al rey: “no lo leas, mantenlo escondido en el anillo y ábrelo sólo cuando hayas fracasado y no encuentres salida a tu situación”.
“No es solo para situaciones desesperadas, sino también para las placenteras. No sólo para cuando estás derrotado, también sirve para cuanto se sientas victorioso”.
“No serán sólo para cuando seas el último, también para cuando seas el primero”.
¿Cuáles fueron esas tres palabras?: “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”
Recuerda que todo pasa, lo bueno y lo malo, y sólo quedas tu, que permaneces por siempre como testigo.
Con este cuento podemos entender que las emociones no somos nosotros, sino que se trata de estados transitorios de nuestra mente para adaptarnos a la vida, así dejaremos de sentirnos sobrepasados por ellas.
Las emociones son una brújula, pero nosotros decidimos el rumbo de nuestra existencia.
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