Un buen matrimonio no sólo goza de compatibilidad sexual o emocional, la compatibilidad económica es fundamental.
El tema del dinero está íntimamente relacionado con el poder, y el ámbito de la vida en pareja no es excepción. Los problemas financieros de una pareja pueden irse complicando en forma silenciosa e inesperada.
Pueden hacer estragos en la relación matrimonial, sin que nadie jamás reconozca el papel del dinero en las dificultades.
Poder y dinero: cuando uno de los dos aporta al matrimonio una cantidad superior al otro, ya sea porque de origen contaba con una mejor posición económica, o porque es el proveedor único, en ocasiones suele querer asumir una posición de mando.
Para establecerla, se comporta de manera controladora y crítica. La pareja reacciona con una retirada sexual o emocional. La única forma de escapar de esta dinámica es a través de una honesta auto-evaluación.
Como detectar una dinámica económica disfuncional?
Aunque las siguientes conductas y cambios de personalidad pueden ser causados por muchas razones, cuando varias se conjuntan pueden señalar una dinámica económica problemática:
– Se realizan compras onerosas sin el conocimiento del otro.
– El tema del dinero se evade o nunca se toca.
– Hay adicción al trabajo.
– Se da un aumento considerable y repentino en los saldos de las tarjetas.
– Se realizan compras furtivas.
– Se utilizan las compras como “tranquilizante”
– Hay necesidad de recurrir a préstamos de padres o amigos.
– Se experimenta depresión, ansiedad, fatiga inexplicable,
Aunque hay circunstancias que obligan a recurrir al crédito o a los préstamos, muchas parejas no quieren confrontar que no pueden permitirse algo que quieren y recurren al plástico. Pero en momentos difíciles, la peor respuesta posible es evitar la realidad.
Podemos hablar de dos tipos de personalidades relacionadas con el dinero, tanto en hombres como en mujeres:
– El (la) derrochador: en términos sencillos, es quien gasta más dinero del que tiene en la bolsa (o en la cuenta de banco). Compra primordialmente por razones emocionales o por impulso.
Más que complacerse a sí mismo, busca la aprobación de los demás, pues considera que ella depende de los “juguetes” que posea o los lugares donde se le vea, más que de su propia personalidad.
A algunos gastadores les motiva la adrenalina que generan las inversiones de alto riesgo y las apuestas.
– El (la) tacaño: obtiene satisfacción emocional y seguridad al aferrarse a su dinero o arreglárselas sin algunas cosas. Se niega elementos que otros consideran indispensables (ej: dulces o palomitas en el cine)
Puede estar tratando de aliviar un sentido de culpabilidad o de no merecer productos y experiencias de calidad.
Esta mentalidad puede presentarse en personas de cualquier estrato económica, pues tiene que ver más con la historia personal que con la situación económica.
El problema con estos temperamentos está en que son extremos. Las mismas características moderada, podrían representar una forma adecuada para el manejo del dinero.
El reto para la pareja es equilibrar las tendencias más extremas de cada quien.
Para una pareja, la deshonestidad financiera va desde mentir respecto al precio de unos zapatos hasta ocultar una inversión. Los hombres tienden a ocultar sus ingresos, mientras que las mujeres suelen ocultar sus gastos.
Algunas recomendaciones:
– Identifiquen las tendencias individuales y la forma en que afectan a la otra persona. ¿Se incitan a gastar en exceso para evitar la realidad? O por el contrario ¿tu pareja no te permite disfrutar de los frutos de su trabajo, cuando tienen más de lo necesario para vivir?
– Compartan información respecto a portafolios de inversión, propiedades, gastos, ingresos, presupuesto y compras de última hora. Discutan metas, estrategias de inversión y pago de deudas.
– Mantengan cierta armonía. Asegúrate de tener tus propios fondos para el retiro, tarjetas de crédito, cuentas de banco e inversiones.
Recuerda, para que el matrimonio viva en armonía, es muy importante que la parte financiera sea transparente, sino puedes caer en la denominada “infidelidad financiera”
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