En nuestros días es cada vez más común ver a las familias distanciadas. Parece mentira que en este siglo tan lleno de avances tecnológicos y de medios de comunicación nuestro principal problema sea la falta de comunicación.
En el fondo, todo esto tiene lógica, ya que hemos caído en la trampa de la sociedad dejando a un lado lo más importante que es nuestra familia y sus necesidades y nos hemos ido a satisfacer solo lo que la moda impone.
Pero nunca es tarde para poner solución a esta problemática, por eso les comparto hoy mis 5 tips para tener una buena comunicación entre padres e hijos.
Primero. Que tus hijos vean que estás siempre disponible para ellos. Para lograrlo es importante primero tener una buena comunicación con nosotros mismos, es decir, que sepamos cuando tenemos conflictos internos o cuando estamos bien dispuestos a escuchar a nuestros hijos.
Con esto evitamos las respuestas como “¿qué quieres?” o “déjame en paz, ¿qué no ves que estoy ocupada?”
Es más sano decir que en ese momento no podemos, pero que en quince minutos podemos platicar, que recibir a nuestros hijos con cara de pocos amigos y quererlos correr lo más pronto posible porque ni nosotros nos aguantamos.
Si la mayoría de las veces estamos listos para atenderlos, nuestros hijos comprenderán que no podemos escucharlos porque verdaderamente hay algo de peso y sabrán esperar, pero si nunca tenemos tiempo para ellos, seguramente que no volverán a buscarnos.
Es entonces necesario que nuestros hijos nos vean interesados en lo que nos quieren decir y así sentirán que son importantes. Esto les dará valor a contarnos lo que traen y que los tiene inquietos, no importa qué tan grave o trascendente sea.
Segundo. Propicia los espacios de comunicación. Primero que nada debemos hacer que la hora de los alimentos sea un momento de comunicación familiar, es por eso que en casa pusimos la regla de que, a la mesa, no llevamos aparatos electrónicos ni teléfonos celulares.
En esto estamos incluidos papá y mamá, a mí me cuesta mucho trabajo porque debo contestar muchos mensajes, pero si lo logro les estoy demostrando que lo que tenemos que platicar es más importante que todo lo demás y así logramos que para ellos también sea lo más importante.
Una buena forma de lograr que no haya aparatos en la mesa, puede ser poner una charola antes de llegar a la mesa para que ahí se coloquen los celulares y demás aparatos que nos pueden quitar la atención.
Por otro lado, es bueno que nuestros hijos tengan nuestra atención para ellos solos por unos diez minutos al día. Así podrán platicarnos cosas que quizá les dé pena platicar cuando están los hermanos.
Yo procuro pedirles que me acompañen a comprar algo, o que salgamos a caminar con alguno en especial o ir por un helado, cuando el tiempo lo permite, así podremos tener las condiciones necesarias para que la comunicación se dé de forma natural.
Tercero. Ponte en los zapatos de tu hijo. Es importante escuchar a nuestros hijos y tratar de hacer empatía con ellos.
Quizá su problema no sea tan grave desde nuestro punto de vista, pero debemos recordar que nosotros ya pasamos por esa época y que para ellos puede representar algo muy difícil de solucionar.
Por eso debemos ponernos en sus zapatos y tratar de ver el mundo desde su óptica.
Si lo logramos seguro que podremos aconsejarlos mejor.
Cuarto. Comunicación es sinónimo de diálogo, no de monólogo. Para que exista una verdadera comunicación es muy importante que haya momentos de escuchar, momentos de acoger el mensaje y momentos de comentar y dar nuestra opinión.
Pero si solo es un monólogo donde lo único que hacemos es darles un “sermón” interminable a nuestros hijos, no estamos comunicándonos y nuestros hijos pocas veces querrán volver a tener estos encuentros porque ¿a quién le gusta que lo regañen?
Es muy sano que dejemos que nuestros hijos hablen primero para que nos expongan sus problemas o preocupaciones y después dar un tiempo para que ambos acojan el mensaje, unos minutitos son suficientes, de esta forma evitamos expresarnos molestos o enojados. Y por último, es necesario que nuestros hijos se acostumbren a escuchar nuestras opiniones.
Para que esto suceda debemos hablar tranquilamente con claridad. Así facilitamos la comprensión del mensaje para nuestros hijos.
Y quinto. Llegar a acuerdos es vital. Para que una comunicación sea verdaderamente productiva es necesario que lleguemos a acuerdos y si pueden ser por escrito es mucho mejor.
Así no se nos olvidará y podremos cumplir con los acuerdos a los que llegamos.
La comunicación es un arte y por lo mismo debe adaptarse a las necesidades de cada familia, pero debemos buscar los canales adecuados para que se de esta comunicación lo antes posible, ya que nuestros hijos van creciendo y mientras más nos tardemos, será más difícil lograrlo ya que en la adolescencia nuestros hijos tienden a aislarse y a rechazar nuestra ayuda.
Aunque nunca es tarde para comenzar, ya que de una buena comunicación depende la salud emocional y la integridad de nuestros hijos.
¡Así que manos a la obra!
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