La familia es la base de la sociedad y una familia sana es la garantía de una sociedad sana, capaz de superar con éxito todos los problemas y crisis que se presenten. En México, como en los demás países hispanos, el sentido de la familia es mayor que en los demás países, por lo que, según estudios realizados en Inglaterra y Estados Unidos en forma independiente, son los pueblos más felices del mundo.
Es por lo que la mafia de la izquierda rabiosa (masonería) a través de la ONU, OMS y gobiernos como el de Estados Unidos (Obama y la Clinton) y España, especialmente, y de países que por sus compromisos se ven obligados a obedecer las consignas (Peña Nieto y otros), han enfocado su lucha contra la vida, la familia y la libertad religiosa.
De lo que se trata es corromper y debilitar a la sociedad, para controlarla y explotarla más fácilmente, por lo que atacan muy intensamente a la Iglesia católica, porque es la única institución que defiende estos valores a capa y espada.
Esta campaña insidiosa ha dado por resultado que aumenten los divorcios al debilitarse los lazos que unen la familia.
Hemos visto hasta el cansancio que la única solución para superar todas nuestras crisis, empezando por la más importante que es la crisis del medio ambiente, la de seguridad, pobreza, hambre, y de todas las demás, es la de -como menciona Ángela Merkel, Canciller de Alemania- regresar a nuestros orígenes, a nuestras raíces cristianas, a Cristo Nuestro Señor, a leer la Biblia, la Palabra de Dios.
Precisamente en estos días de Semana Santa, con la culminación de la Pascua de Resurrección, es oportuno detenernos a reflexionar y aplicar a nuestras vidas lo que significa la Cruz y Resurrección en nuestras vidas y lo que puede ser para que alcancemos la plenitud y la felicidad en ellas. Comprendiéndolo, lograremos familias unidas, fuertes y sanas, capaces de enfrentar cualquier contingencia. Es atinado hacer referencia a una ciudad en los Balcanes en la que no hay divorcios, los matrimonios y las familias permanecen unidas tal cual lo dispuso Dios, no habiendo pretexto alguno para no lograrlo.
En la ciudad de Siroki-Brijeg, de Bosnia-Herzegovina, no hay divorcios, y no es porque las parejas no tengan problemas, algunas veces muy fuertes, sino porque están conscientes de que el matrimonio es la cruz que Dios les ha destinado y que a través de ella lograrán la felicidad tan ansiada.
Siempre han sabido por experiencia que la fuente de la salvación viene a través de la Cruz de Cristo. Estas personas poseen una sabiduría que no permite que sean engañadas sobre cuestiones de la vida y la muerte. Por eso han vinculado indisolublemente el matrimonio con la Cruz de Cristo. Han fundamentado el matrimonio en la Cruz que los hace ir adelante en la vida con divinidad y luz.
Cuando los novios van a la iglesia para casarse, llevan un crucifijo con ellos. El sacerdote bendice el crucifijo y luego les dice que ellos han encontrado el socio ideal con quien compartir su vida, exclamando: “¡Ustedes han encontrado su Cruz! Se trata de una Cruz para amar, para llevarla con ustedes, una Cruz que no es para ser arrojada fuera de sus vidas, sino más bien para apreciarla”.
Al intercambiar los votos matrimoniales, la novia pone su mano derecha en el crucifijo y el novio pone su mano derecha sobre la de ella. Ambas manos están unidas entre sí y unidas a la Cruz. El sacerdote cubre las manos con su estola mientras pronuncian su promesa de amarse uno a otro en las buenas y en las malas, proclamando sus votos de fidelidad según los ritos de la Iglesia. El sacerdote, al final, en lugar de decir: “Puedes besar a la novia”, les dice: “Pueden besar a la Cruz”.
Entonces, los dos besan la Cruz. Si uno abandona al otro, abandona a Cristo en la Cruz. Pierde a Jesús. Después de la boda, los recién casados cruzan el umbral de su casa para entronizar el mismo crucifijo en un lugar de honor. Se convierte en el punto de referencia de sus vidas y el lugar de la oración en familia, porque la joven pareja cree profundamente que la familia nace de la Cruz.
En cualquier dificultad se recurre e inmediato a Nuestro Señor a través de la Cruz. Él siempre está presente en la vida de la familia y esto lo aprenden desde chiquillos, que sueñan con que al casarse también tendrán una Cruz en el sitio de honor de sus casas. Viven plenamente el que el matrimonio es de tres: Ella, él y Dios. Y que así, viviendo su Cruz, al final tendrán una resurrección a la vida plena en la eternidad junto con Nuestro Señor.
La cultura de la vida y del amor vivida en esta forma, es la única garantía de poder superar todos nuestros múltiples problemas. En estos días podemos centrarnos en el significado de la Cruz y la Resurrección; y de este modo, igual que los matrimonios de esa pequeña ciudad de los Balcanes, tener familias sólidas, unidas y sanas que nos aseguran una sociedad y un país llenos de la bendiciones de Dios Nuestro Señor.
“Donde hay Bosques hay Agua y Aire puro; donde hay Agua y Aire puro hay Vida”.
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