No voy a convertirme en un defensor de Trump, pues no me necesita, y hay asuntos, como sus relaciones con México y el resto de las naciones iberoamericanas, en los que debería ser mucho más prudente.
Pero me llama la atención que la mayoría de los medios no se haya fijado en algunas de las decisiones del nuevo inquilino de la Casa Blanca y que, en cambio, son enormemente importantes y significativas.
Por ejemplo, la supresión de fondos públicos para financiar el aborto fuera de Estados Unidos, lo cual pone en una difícil situación a Planned Parenthood, la multinacional abortista.
O el envío de su vicepresidente para que participe en la Marcha por la Vida en Washington, algo que no ocurría desde hace 33 años.
Para la inmensa mayoría de los medios de comunicación, Trump es un dictador belicista, un enemigo de la paz y del progreso.
Pero resulta que los que empezaron a construir el muro en la frontera de México fueron los Clinton y, en cambio, a esos nadie los criticó. Tampoco importa que sean muchísimos más los que mueren por el aborto que los que mueren por otras causas no naturales, incluido el terrorismo.
Trump, que quiere poner freno al aborto, es un belicista y, en cambio, a Obama que lo promovía, le dan el Nobel de la Paz.
Si nos fijamos en la ideología de género, está claro que Trump hará todo lo posible por frenar su expansión, pero eso supondrá que lo acusen de ir no sólo contra los derechos de los gays, sino también contra la libertad; en cambio, cuando los que la promueven llegan al poder, se olvidan de esa libertad y prohíben toda objeción de conciencia, como está sucediendo en la comunidad valenciana, en España, donde la ideología de género es obligatoria en la enseñanza y eso hará que tengan que cerrar aquellos colegios que quieran seguir siendo fieles a su ideario católico.
Al que promueve la libertad le llaman dictador y los que se comportan como dictadores pasan por ser los máximos defensores de las libertades.
¿Es de extrañar que el nuevo presidente norteamericano sea muy crítico con los medios de comunicación? Llevamos tanto tiempo sometidos a lavados de cerebro colectivos por parte de éstos, que hemos perdido incluso la capacidad de pensar por nosotros mismos. Si los medios te dicen que Trump es un tirano, la gente se lo cree.
Si te dicen que la ideología de género es lo correcto, ya está la mayoría tirando piedras contra la Iglesia porque se opone a ella. Poco importa que, en la realidad, los que los medios presentan como dictadores sean los atacados y los que son etiquetados como tolerantes sean los que tiren las piedras. La realidad simplemente ha desaparecido. La verdad no existe más.
Ahora sólo existe la “verdad publicada”. Probablemente Trump hará muchas cosas mal, pero si defendiera la familia, la vida y colaborara a limpiar la ciénaga en que se ha convertido la comunicación mundial, nos estaría haciendo un gran servicio a todos.
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