El historiador Francisco Martín Moreno dice que no votará por Andrés Manuel López Obrador porque intentaría gobernar con recetas extraídas del bote de la basura de la historia de las doctrinas económicas, que han demostrado de sobra su caducidad e ineficacia.
Además, que va que vuela para dictador, por sus caprichos frecuentes y porque como jefe de gobierno del DF violó 108 decisiones judiciales; lo desaforaron e iban a enjuiciarlo por una, pero el presidente Vicente Fox temió que aprovechara la coyuntura para publicitar más su primera candidatura presidencial, lo logró.
Luego se queja de que muchos lo consideran “un peligro para México”, pues no quieren un futuro país como Cuba, Venezuela o las dictaduras bananeras que sembró Hugo Chávez en Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Miguel Barbosa, líder de la bancada en el Senado del PRD (si la dirigencia del partido lo deja), que ya es multicolor, anunció que se va con López Obrador, tras de que los perredistas, empezando por el Peje, partieron a su partido.
Olvidó Barbosa que criticó acremente a Andrés –como le dicen ellos– por dogmático, dividir a la izquierda, no representar ningún pensamiento crítico y afirmar que el PRD no le iba a rogar que volviera al redil.
Se ve el oportunismo clásico de no pocos izquierdistas para ganar hueso: Barbosa, que quiere gobernar Puebla en 2019, pero el PRD ya no le sirve.
Claro, Barbosa, como Alejandro Encinas, Mario Delgado, Armando Ríos Piter y otros, no dejan la bancada del PRD para no perder las dietas que eso les representa. El pueblo dice: son tontos, pero van a misa.
Emilio Álvarez Icaza, quien siguió fielmente el juego que le marcó el Peje en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para mantener vivo el caso Ayotzinapa, ahora se lanza de candidato presidencial independiente.
No tiene posibilidades, y no extrañaría que sólo sea pantalla para luego ceder los escasos votos de despistados que logre a Andrés Manuel, su jefe real que lo puso en 2001 a presidir la Comisión de Derechos Humanos del DF, cuando era el jefe de gobierno.
Como siempre, Álvarez Icaza no da paso sin huarache, y espera que López Obrador lo incluya en su gabinete al llegar a Los Pinos en 2018, como Juan Ramón de la Fuente, que, como rector de la UNAM, le regaló el título profesional al Peje, aunque no tuvo derecho a examen en 7 materias y reprobó 8.
Emilio tuvo poca concurrencia (muchos de sus fans le critican quiera capitalizar la lucha por los derechos humanos a partir de Ayotzinapa) al lanzar su movimiento “Ahora”, y no pudo darle el golpazo que planeaba a la partidocracia.
De que hay oportunistas, los hay. En fin, Dios los crea y ellos se juntan.
El Peje presume que no hay forma de evitar que él sea el próximo presidente de México; ya ordenó a sus paniaguados que hagan circular esa versión en sus pláticas en todos lados.
Dice no ser corrupto y sí el único que puede hablar contra la corrupción; todos los demás políticos lo son, desde Peña Nieto. Por eso representa el cambio real que requiere México y la corriente antisistema que está ganando comicios en el mundo.
Olvida su larga lista de corruptelas: como cobrar a quienes lleva a cargos públicos y de elección y por hacerles “trabajitos” a gobernadores, como al veracruzano Javier Duarte, para restarle votos al candidato a gobernador del PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes.
No quiere revelar de qué vive, si no trabaja desde marzo de 2005, al dejar la jefatura de gobierno, cuando se lanzó por primera vez de candidato presidencial. Pero él y su familia viven a cuerpo de rey.
¿Quién paga su gira permanente por el país y frecuentes viajes al extranjero? Fue a ver al Papa Francisco en 2015 para que lo apoyara políticamente; estuvo en el Super Bowl de 2016 y lleva a sus hijos a partidos de beisbol en Estados Unidos; acaba de estar en Los Ángeles, California, para apoyar a los migrantes, y anunció que pronto irá a Chicago y Nueva York.
Andrés exige a medio mundo bajarse el sueldo; a Felipe Calderón que renuncie a su pensión presidencial (205 mil 122 pesos al mes), y aunque éste ya lo dona a una fundación para niños con cáncer, todavía le demanda reducir gastos de su escolta.
Pero él no deja de exprimir a sus súbditos, a gobernadores y políticos y a las arcas de Morena, del que es dueño absoluto y en 2016 recibió 416.5 millones del INE (327% más que en 2015).
Populista y camaleónico, da pensiones a la gente con cargo al erario; no le cuestan y gana adeptos.
Seguido cambia su agresividad característica en “amor y paz”; fustiga a los priistas, luego los absuelve; insulta a Peña Nieto y después pide que se le respalde. Critica a los empresarios y luego los alaba para ganárselos. Todo lo hace por conveniencia electoral.
¿Cuándo puede creérsele: cuando prometió y firmó a Slim que respetaría el resultado de la elección de 2006; o cuando gritó que se la robaron, montó el plantón Zócalo-Reforma y hasta protestó como presidente legítimo?
Por populista, mitómano y jactancioso, hasta le hallan semejanzas con Trump: si éste inventó un acto terrorista en Suecia, que le trajo severas críticas y reclamos en el mundo; el “mesías tropical” denunció la matanza de menores de edad en un operativo de la Marina en Nayarit, que desde luego no existió.
¿Cuál es el verdadero Peje que –dice– elegirán fatalmente los mexicanos? ¿Con cuál podemos tener certeza, o hemos de esperar a ver de qué humor despierta?
Yo que sus contrincantes políticos, haría hasta la imposible por sacarlo de quicio, para que se exhiba tal cual es: bastaría con preguntarle ¿por qué mató a un hermano suyo y a un amigo en Tabasco?
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