En la clausura de la 22 Asamblea Nacional del PRI, el presidenciable más felicitado fue J. Antonio Meade Kuribreña, y de 121 fotografías del Facebook de Peña Nieto, éste aparece sólo en una con un precandidato, y es el secretario de Hacienda.
El 2000, tras ser derrotado por el PAN, el tricolor culpó a los tecnócratas y puso de “candados” en sus estatutos que los candidatos a la Presidencia debían tener al menos 10 años de militancia y haber ocupado cargos de elección, y ahora los quitó ante la debacle que sufre por el mal gobierno de Peña, que amenaza con sacarlo de nuevo de Los Pinos.
Se cree que Peña quiere proyectar de sucesor a Meade para cerrarle el paso al caudillo tabasqueño y quitarle votos al PAN, pues J. Antonio le debe su acceso al gabinete a Felipe Calderón y su padre, Dionisio Meade, aunque priista, fue subsecretario de Gobernación con Fox.
Por eso no tuvo empacho en afirmar ayer en el Palacio de los Deportes que su primer contacto con el PRI fue a través de su padre, pero ya le sacaron que su tío abuelo Daniel Kuri Breña fue fundador del blanquiazul.
En efecto, el tío fue miembro de la Unión de Estudiantes Católicos (UNEC), junto con Luis Calderón Vega (padre de Felipe) y otros jóvenes que lucharon por la autonomía universitaria en 1929 y luego fueron de los fundadores del PAN con Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Miguel Estrada Iturbide y otros personajes.
Es más Kuri Breña fue el director fundador de lo que vino a ser el ITAM, recomendado por Gómez Morín al empresario Raúl Bailleres, padre del actual dueño del Palacio de Hierro, Alberto, y de otros negocios: compañías de seguros, explotaciones mineras y ganaderías de toros de lidia.
Parece que Peña Nieto contrató un nuevo asesor político, para que lo saque del bache y explotará la proximidad de Meade con el PAN, sus nexos con empresarios, banqueros y líderes religiosos y su catolicismo, como Ávila Camacho que, impuesto presidente por Cárdenas con descomunal fraude electoral en 1940, se declaró “creyente” para ganar simpatías de la mayoría de los mexicanos.
Intentó el michoacano hacer olvidar su fuerte línea socializante, tras querer imponer de sucesor a su mentor Francisco J. Mújica, a quien Washington rechazó.
No puede darse por hecho que Meade será el próximo presidente, pues el PRI aún tiene otros prospectos: Osorio Chong, Aurelio Nuño, Videgaray y Narro.
De ellos sólo Osorio tuvo cargos de elección (diputado federal y gobernador de Hidalgo), Videgaray respalda a Meade y Nuño, éste con una exigua hoja de servicios, pues de jefe de la Oficina del Presidente pasó a la SEP y fracasó con la Reforma Educativa, boicoteado por la CNTE, y hasta porque aquella niña Claudia, de quinto de primaria, lo mandó a aprender a “ler”.
Narro tuvo muchos cargos puestos burocráticos: entre ellos, oficial mayor y subsecretario de Salud, secretario general de la UNAM y rector, y ahora se muestra un priista medroso.
Meade marca gran diferencia académica con Peña Nieto (acusado de haber plagiado parrafadas de su tesis profesional) por sus sobresalientes estudios en el ITAM, la UNAM y la Yale, que amplían su ascendiente entre egresados de esos círculos.
Contemporáneo como alumno, maestro y gran amigo desde el ITAM de Videgaray, premiados ambos con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, éste lo rescató para el gabinete en el puesto inusitado de canciller, tras de que J. Antonio le abrió todas las puertas en Hacienda en el período entrega-recepción Calderón-Peña, donde lo sucedió.
De amplia experiencia en el sector público financiero a partir de que en 1991 se inició como analista de planeación en la en la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF), fue el primer director de la Financiera Rural y el presidente Calderón lo designó subsecretario de Hacienda y secretario de Energía y volvió como titular de Hacienda hasta ser nombrado Canciller al iniciar el sexenio de Peña; pasó a SEDESOL y se relacionó con personajes de todos esos sectores. (Ha sido cinco veces secretario de Estado).
Allí destacó cuando la CNTE impidió en Oaxaca que llegaran víveres a muchos poblados, pero él rompió el bloqueo al llevárselos en aviones de la Fuerza Aérea.
De nada sirvió que el líder senatorial Emilio Gamboa Patrón dijera que el retiro de los “candados” priistas no tenía dedicatoria, por la “cargda” de apapachos que J. Antonio recibió el sábado en el Palacio de los Deportes, muy a lo priista, aunque discreta.
Peña Nieto se vio exultante al clausurar la asamblea, trasudaba optimismo al alentar la esperanza de que un sucesor le cubra las espaldas, por su inoperancia y complicidad con los exgobernadores a quienes permitió huir sin entregar los cargos (los Duartes, Javier y César y Borge) y con Humberto Moreira, a quien mandó defender hasta España, cuando lo encarcelaron.
De verse tras las rejas, como desean muchos mexicanos defraudados, cree que contará con Meade u otro que lo defienda del furor del mesías tropical o de una investigación judicial que ordene un Ricardo Anaya Cortés, si fuera el candidato ganador por el PAN, pues se duda le ocurriera igual si triunfara Margarita Zavala o Rafael Moreno Valle, señalados por muchos analistas como proclives a él.
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