Un oficio que subsiste es el de las mujeres que lavan ropa ajena. Cuántas ayudan a la economía del hogar de esa manera, y pueden dar una carrera universitaria o técnica a sus hijos. Esta realidad la encontramos en todo el país, la vemos todos los días en familias cercanas a la nuestra, que reciben los servicios de manera permanente de la mujer que les lava y les plancha la ropa.
Se hace referencia a las mujeres, porque casi siempre esa tarea la asumen ellas, aunque también hay hombres que la realizan. Cuántas ocasiones lavando ropa ajena las mujeres que sostienen su hogar.
Muchas son jóvenes, madres solteras, y muchas ya mayores, lo que se ha dado en llamar de la tercera edad. Se ganan la vida lavando la ropa de los vecinos.
Aún existen algunos lavaderos públicos, en donde las mujeres vecinas van a lavar, unas la ropa de su familia y, otras la ropa de los vecinos. Ahora casi toda la gente tiene agua en sus casas. La tarea que se realizaba principalmente en lavaderos comunes, hoy se realiza en el lavadero de sus casas.
A veces no usan la lavadora porque sus clientes les han pedido que lo hagan tallando la ropa en el lavadero y con sus manos, porque la ropa queda suavecita.
Muchas amas de casa emprenden, en algún momento, este tipo de actividades para hacerse de algún dinero. La imaginación es rica para buscar alternativas económicas que las mujeres encuentran sin abandonar su papel indispensable en la vida familiar.
Hay mujeres que engordan puercos y los venden cuando tienen que enfrentar gastos extraordinarios; aplican inyecciones en la casa, venden ropa en abonos, lavan ropa ajena. Es una lista sin fin. Cada ama de casa se las arregla para realizar alguna actividad entre sus quehaceres diarios.
Casi todas las actividades que se mencionan son trabajos autónomos o por cuenta propia. Pero puede darse la relación de trabajo, por ejemplo, cuando una mujer va con sus vecinos por algunas docenas de ropa para lavar, o para lavar y planchar una o dos veces por semana. Es una actividad normal o necesaria y permanente; no es esporádica, circunstancial o accidental.
De esa relación de trabajo surgen derechos laborales para las mujeres, como el pago del salario, la jornada de trabajo; si laboran más de ocho horas en un día pueden pedir el pago de tiempo extra; si trabajan el domingo tienen derecho a su prima dominical, etcétera. Esas mujeres son trabajadoras con los derechos que corresponden a todo trabajador.
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