Gobernador Javier Corral

El corralazo

Rodeado de fracasados políticos y de ególatras consumados, el gobernador chihuahuense, Javier Corral, se presentó en la CDMX para denunciar que Hacienda no le da el dinero que le corresponde al estado porque, dice, está investigando un caso de corrupción de altísimo nivel en el PRI. No deja de ser una buena nota para inicios de año. 


 


Me parece muy bien que el señor Corral no deje la corrupción del gobierno anterior sin castigo. Creo que lo hará y es algo que el pueblo chihuahuense se merece. La corrupción del pasado gobierno priista en ese estado fue indignante y no debe quedar impune. No hay duda al respecto. La indignación fue tal en la ciudadanía chihuahuense que hasta un pésimo candidato como Corral logró el triunfo. César Duarte es una de las muestras de una de las peores generaciones de gobernadores que hemos tenido en el país. Una vergüenza para Chihuahua y una desgracia para todos. 

Pero la tarea del gobernador no se puede restringir a la persecución de corruptos, porque otros temas delicados azotan la entidad. Dedicarse a una sola tarea en aras de un prestigio personal, deja colgados otros problemas que también preocupan a quienes viven en el estado. Tan sólo en un día de este fin de semana se cometieron 31 asesinatos. Mientras tanto, el gobernador hacía sus planes y maletas para viajar a la capital del país a denunciar al gobierno federal ante cámaras y micrófonos, a los que es tan afecto. Él persigue priistas corruptos (lo cual está bien), mientras los criminales se persiguen y matan en todos lados (lo cual está mal). Pero Corral aprendió bien la lección de los gobernadores: todo es culpa de la federación. Si hay delincuencia es porque no la combate el Ejército; si no hay policías capacitadas es porque no tienen dinero y no tienen dinero porque lo tiene la federación, y si fulanito no está en la cárcel es porque la federación no lo atrapa. Es el arte de endosar la responsabilidad. 

Mientras tanto el presupuesto de Chihuahua, que tanto reclama, se va en los eventos de promoción del señor Corral. En las comilonas para organizar el Frente, en viajar a la CDMX para hacer conferencias y pelearse con el gobierno federal, y en salir en las fotos y hacer declaraciones tronantes para sentirse el paladín de la justicia. A él no le importa estar en un pedestal rodeado de escombros con tal de estar en el pedestal. Sus desplantes no es que le cuesten en imagen, él se sitúa donde le reditúen. Le cuesta a los chihuahuenses. Es el que insulta a todos en el trabajo y luego exige que le paguen más y que lo pongan de jefe. En lugar de negociar prefiere entrar pateando las sillas de la oficina agrediendo a diestra y siniestra. No parece ser muy buena técnica cuando tienes que velar por los intereses de los demás y no solamente los propios. Los chihuahuenses saldrán pagando esa arrogancia y altanería.

Finalmente, hay que decir que el evento de Javier Corral es el primer evento anti-PRI del Frente y les salió bien. Sobre todo, porque la campaña de Ricardo Anaya está más pálida que él mismo, no levanta ni con grúa. Al parecer van a tener que ayudarle. Y mucho. No es lo mismo ser un hábil maniobrero que un buen candidato. Anaya logró esta semana lo que se propuso: ser el único candidato a la presidencia en su partido. El evento de Corral tuvo mucho más impacto y efectividad que cualquiera de los que ha organizado Anaya, que parece que concursa para director de Harmon Hall en el manejo de idiomas o para músico de bodas, banquetes y XV años.

 

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