La generosidad no se limita únicamente al aspecto material, sino que se extiende en ofrecer ayuda a personas que lo necesitan.
Siempre me ha impresionado el espíritu de solidaridad entre los deportistas. Porque el valor de la generosidad es lo que impulsa a dar sin esperar recibir nada a cambio. Esta definición no se limita únicamente al aspecto material, sino que se extiende en ofrecer ayuda a personas que lo necesitan, y está asociada al altruismo y a la solidaridad.
Ahora mismo recuerdo el caso de la deportista norteamericana Sunisa Lee que compitió en gimnasia artística. Sunisa es una chica amable, simpática, sonriente y siempre abierta para hacer nuevas amistades. Ella desciende de una comunidad china que en los Estados Unidos permanece muy unida. Sunisa participó en los Juegos Olímpicos 2020, obteniendo tres medallas. La de oro en el concurso individual, la de plata en la prueba por equipos y de bronce en las barras asimétricas.
Lo interesante del caso de Suni -como le llaman sus familiares y amistades- es que carecía de medios económicos para realizar el viaje a Japón. Se enteraron los de su comunidad china, sus familiares, vecinos y amistades y, entre todos, juntaron la cantidad suficiente para que Suni pudiera participar en Tokio. Y Suni no les falló, ya que tuvo una actuación sobresaliente, ganando tres medallas. Además, colaboró levantando la moral de cada una de las del equipo, ya que se tambaleaba ante la inesperada enfermedad de su gran estrella, Simone Biles, campeona olímpica de 2016 en Río de Janeiro y en muchas otras competiciones. Gracias al brillante desempeño de Suni, sus compañeras se sintieron estimuladas, y el equipo quedó en un honroso segundo lugar, ganando la medalla de plata.
Otro caso admirable, es el del corredor Iván Fernández Anaya que en una carrera de Maratón iba en segundo lugar, y muy por delante de él, corría el keniano Abel Mutai (medallista olímpico en Londres) quien era el virtual ganador, pero sorpresivamente se equivocó de pista poco antes llegar a la meta. Y Fernández Anaya, en vez de correr directo a la meta y aprovechar la confusión del keniano, para quedar como el ganador. Prefirió buscar a Abel Mutai, y con señas y casi empujándole, le condujo hasta la meta correcta. Cuando los periodistas entrevistaron a Fernández Anaya sobre ese noble gesto, declaró: “Abel Mutai era el justo vencedor. Me sacaba una distancia que yo no podía haber superado, si no se equivoca. Desde que vi que se paraba, decidí ayudarle”. Su entrenador Martín Fiz afirmó: “Realizó un gesto de ésos que ya no se ven, que le ha hecho ser mejor persona, aunque haya perdido una medalla de campeón”.
Otro caso inspirador, es el del conocido futbolista David Beckham (Londres, 1975). Su padre era empleado de una fábrica de material de cocina y su madre, peluquera. En varias ocasiones pasaron serios apuros económicos. Sus padres querían que David se dedicara a una actividad que supusiera un ingreso para la economía familiar. David les pidió que tuvieran paciencia y que en poco tiempo, al ser profesional, les apoyaría. Y es que David desde niño mostró que tenía habilidades con el balón y su sueño era dedicarse de por vida al futbol. Jugaba frecuentemente con clubes de la localidad. Un día, se le ocurrió tocar la puerta en el “F. C. Barcelona” para competir como “las jóvenes promesas” y fue aceptado.
Pero al finalizar los intensos entrenamientos no fue elegido para quedarse en el equipo. Pero David nunca se rindió ni se desanimó. Primero comenzó a jugar para el “Leytonstone” y luego ingresó a la “Essex School” con la finalidad de perfeccionar sus movimientos en la cancha. Puso un particular esfuerzo que acabó por dar sus frutos, ya que en 1991 fue fichado por el “Manchester United” para las ligas inferiores.
Tuvo la fortuna de acudir a la escuela de futbol del célebre Bobby Charlton, que era toda una leyenda de la Selección Inglesa. Ya que en 1966 llevó al triunfo a Inglaterra frente a Alemania 4 a 2, ganando la Copa Mundial de Futbol. Participó en cuatro Copas del mundo: en 1958, 1962, 1966 y 1970 (con sede en México).
Bobby Charlton se percató de la valía como deportista de David Beckham y le dedicó su mejor tiempo para pasarle todas sus experiencias que a él lo habían convertido en un excelente campeón. Beckham pudo jugar entonces en equipos de primera división. De esta manera, por fin pudo apoyar económicamente a sus padres. Hizo su debut en el futbol internacional en 1996, a la edad de 21 años. Participó en la Copa Mundial de Futbol del año 2000 y, en esa ocasión, fue nombrado capitán de la Selección Inglesa. A partir de ese entonces, comenzó a cosechar éxitos y se convirtió en un ícono del mundo de la farándula al casarse con una integrante del grupo en boga “Spice Girls”, Victoria Adams, que además era empresaria y diseñadora de moda. Este hecho, catapultó a Beckham convirtiéndole en una celebridad internacional.
Otra historia que vale la pena conocer es la del conocido cantante y compositor Julio Iglesias (Madrid, 1943), que en su juventud llegó a ser portero de la liga juvenil del Real Madrid y cursó la carrera de Derecho. Pero en la madrugada del 22 de septiembre de 1962, saliendo de una fiesta, el coche en que viajaba con sus amigos se estrelló en la vía Majadahonda de Madrid. Julio perdió el conocimiento. Cuando volvió en sí estaba internado en la cama de un hospital. El médico le dio la terrible noticia de que no tenía ninguna esperanza de volver a caminar. Estuvo semiparalítico a lo largo de año y medio. Sus posibilidades de poder volver a caminar dependían de una constante terapia y ejercicios físicos. Pero el joven enfermero que cuidó de él, Eladio Madaleno, así como sus familiares y amigos, le animaron mucho a que hiciera sus ejercicios. Sus compañeros de futbol querían que el popular Julio se reincorporara al equipo y solían visitarlo con frecuencia para que hiciera sus ejercicios físicos y, con autorización de Eladio, le ponían nuevas metas para que fuera avanzando más, en esos primeros pasos que daba. Tenían la enorme ilusión de verlo de nuevo como portero.
El enfermero Eladio, por su parte, era muy constante en sus terapias y Julio obedecía -aunque le costara mucho- porque deseaba con todas sus fuerzas volver a caminar y para lograr esto ponía su mejor empeño y fuerza de voluntad. En cierta ocasión, el joven Eladio tuvo la ocurrencia de regalarle una vieja guitarra porque se percató que tenía buena voz y sensibilidad artística para la música. Entonces Julio le puso música a los poemas que había escrito de adolescente. Finalmente pudo volver a caminar y eligió ser cantante y compositor. Y tuvo una brillantísima carrera profesional, recibiendo decenas de premios y reconocimientos.
El reconocido deportista del basquetbol, “Magic” Johnson, afirmaba: “Si eliges un deporte de equipo, es fundamental que tengas muy claro el concepto de compañerismo, amistad y solidaridad entre los miembros”.
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