La presencia de una nave de transporte militar, de bandera estadounidense, sugiere la hipótesis de que se estarían descargando vehículos destinados al “Free Syrian Army” para la inminente apertura de un frente en el sur de Siria, sobre la frontera con Jordania.
Amán (AsiaNews).– La nave militar americana Liberty Passion, que partió de Livorno el 26 de marzo pasado llevando a bordo 250 vehículos militares, llegó al Canal de Suez –luego de parar en Rumania hasta el 6 de abril– en el preciso momento en que el rey de Jordania Abdallah se reunía con el presidente estadounidense Donald Trump. La Liberty Passion atravesó el Canal de Suez el viernes 7 y ancló en el puerto jordano de Aqaba a las 9:49 horas del mismo día.
Esta nave, capaz de transportar cientos de vehículos militares, forma parte de la Sexta Flota americana, con base en el Mediterráneo, y jamás de desempeña en desfiles con fines demostrativos, sino que se mueve pura y exclusivamente para cumplir misiones muy precisas. De gran envergadura (58 mil 107 toneladas), llegó de manera simultánea con el ataque aéreo estadounidense contra Siria, y permaneció detenida durante 40 horas en Jordania antes de zarpar en dirección a Yedá, en Arabia Saudita, el domingo pasado.
Desde el Pentágono no se ha filtrado ningún dato acerca de la misión de la nave militar en Jordania, pero en las redes sociales, en las páginas de los opositores al presidente sirio Bashar al Assad, se menciona que en Jordania se hizo una descarga de muchos vehículos militares que van destinados al “Free Syrian Army” con noticias de la inminente apertura de un frente en el sur de Siria, en la frontera con Jordania, con la supervisión de las tropas estadounidenses, en un cuadro bastante similar a lo ocurrido en el norte de Siria con la operación “Escudo del Éufrates”, lanzada por Turquía.
Todos los analistas militares especializados en Medio Oriente sostienen que Estados Unidos sólo intervendría militarmente en Siria ante el caso de que Jordania fuera amenazada directa o indirectamente. Ahora bien, el soberano jordano expresó temores durante su última visita a Estados Unidos, y en declaraciones al diario The Washington Post, manifestó su preocupación por la “continuidad geográfica entre Irán, Irak, Siria y Hezbollah”, poniendo el énfasis en la presencia de “Guardias de la Revolución” (iraní) apostadas a sólo 70 km de la frontera con Jordania”. Estas dos declaraciones bastan para intuir la naturaleza de los coloquios que tuvieron lugar en la Casa Blanca, entre el soberano jordano y el presidente estadounidense, y que ciertamente no fueron una visita de cortesía y cumplidos, como suelen ser la mayor parte de las visitas oficiales de los jefes de Estado árabes.
Testigos oculares hablan de un reforzamiento de la presencia militar jordana en la frontera triangular que separa a Jordania de Siria e Irak. Mientras todos los cambios ocurridos recientemente dentro del país, como el alejamiento del jefe de la inteligencia militar jordana, Faisal Al Shawbaki –que se dio pocas horas después de la reunión cumbre de los países árabes que son miembros de la Liga Árabe y del encuentro con el rey saudita–, sustituido por Adnan Al Gindi, demuestran un cambio de rumbo y una disponibilidad por parte de Jordania a tener un rol más activo en la guerra que se está desarrollando en la vecina Siria.
El acercamiento de Jordania a Rusia permitió que la frontera siro-jordana conociera una fase de relativa paz, puesto que el Estado Islámico había desaparecido de Badiya Al Hammad y de amplias zonas de Sueida oriental en el sur de Siria, sustituido por fuerzas leales a Jordania, si bien esta política supo crear tensiones con Arabia Saudita. La nueva reconciliación entre Amán y Riad indica que algo está por cambiar, incluso en las relaciones de Jordania con Rusia, sobre todo en lo que concierne al expediente sirio.
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