¿Familia hecho arqueológico?

La carga social y relacional es ahora bastante débil. Han proliferado las diversiones en solitario y muchas veces bastante alejadas de las normas de moralidad.


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Es un hecho: el mundo está cambiando. Y ¿cuándo no?

A nuestros antecesores también les preocuparon los cambios, las innovaciones, y se plantearon la desaparición de la misma especie humana. Y, sin embargo, aquí seguimos. Es lógico mostrar incertidumbre y hacer consideraciones básicas como ¿el ser humano permanecerá?, así lo vemos en el presente y de manera semejante lo han visto en el pasado.

Cuando hay demasiadas excepciones el asunto se debilita. Sucede con el divorcio, recurso extremo ante problemas supuestamente insalvables entre los cónyuges. Este hecho ha aumentado notablemente y, por lo tanto, indica una fragmentación del matrimonio, institución esencialmente compacta y permanente.

Tenemos muchas evidencias sobre la desaparición de las características propias de la familia. Todo eso puede ser efecto de una actitud derrotista ante las dificultades. Actitud de la que no salimos porque nos falta la ayuda de los demás y un agazapado sentimiento de impotencia que desconocemos por los innumerables distractores que dificultan la reflexión.

Si los miembros de la familia dejan de tener momentos de encuentro, de comunicación, de escucha de los planteamientos de los demás, de observación de los estados de ánimo, de manifestaciones de interés y cariño, es lógico desconocer los beneficios de esas relaciones. Los resultados de tanto desapego se manifiestan en la devaluación de la familia. Por eso, para muchos jóvenes ya no es una meta construir su propia familia, no cuentan con la experiencia de ella.

Desde siempre, hemos afirmado que, en la familia original, cada uno es amado como es, y aprende a amar a los demás, porque hay lazos entrañables: mismos progenitores que idearon en unidad de amor hacer -dentro de unos muros- un recinto seguro, cálido y acogedor. Sin embargo, esto ya no es como fue al principio. Es una de las pérdidas de la familia tradicional.

Actualmente quedan pocas familias con los mismos progenitores, y si todas las familias tienen momentos buenos y malos, ahora con la sustitución de alguno de los progenitores, con la aparición de medios hermanos, los problemas resultan más complejos, las soluciones son difíciles o mal enfocadas.

A quienes tienen el valor de hacer un proyecto familiar, además de las cuestiones obvias de dónde vivirán y cómo se sostendrán, se les sugiere considerar tres asuntos que en este tiempo son peculiares: conciliar los deberes de la vida familiar con la laboral, las relaciones sociales y el descanso. El telón de fondo es el ritmo e impacto de la tecnología de hoy.

La dinámica de la vida familiar y la vida laboral han cambiado significativamente. Los roles tradicionales ya no son ejemplo. A las mujeres se les multiplican las oportunidades, pero también aumentaron sus obligaciones. A los hombres les ha sorprendido la presencia femenina fuera del hogar y la ausencia de ella en la casa y, por ese motivo, encontrarse desplazados en el ámbito extra doméstico y dedicándose a resolver asuntos dentro de su hogar.

El ámbito de las relaciones sociales sale de las fronteras del país de origen. En el campo laboral las relaciones son globales. En el campo educativo también, pues las escuelas tienden a fomentar vínculos con instituciones educativas de todo el mundo. Por la facilidad de establecer relaciones con personas de otras latitudes queda obsoleta la costumbre de indagar los datos familiares de las amistades de los pequeños y de los adultos. Esto desdibuja la herencia cultural y el reconocimiento de las tradiciones, asuntos que difuminan rasgos de la propia identidad.

El tema de las diversiones es otro capítulo. La carga social y relacional es ahora bastante débil. Han proliferado las diversiones en solitario y muchas veces bastante alejadas de las normas de moralidad. Por lo tanto, es necesario rescatar este aspecto de la vida de las personas para fomentar el sano entretenimiento, la oportunidad de socializar de modo agradable y reparar el desgaste propio del trabajo cotidiano.

Desde luego, aunque han aumentado los problemas contra la solidez de la familia y tengamos la impresión de que especialmente para la juventud ya no es una opción, esta actitud es absolutamente insostenible. Hay grupos mayoritarios empeñados en poner todo su esfuerzo para recordar la esencia de la familia y la necesidad de toda persona de pertenecer a la suya.

Hay muchos grupos pro familia, y uno de ellos ha organizado en la Ciudad de México el XIV Congreso Mundial de las Familias. Del 30 de septiembre al 2 de octubre de este año. Y recuerdan lo siguiente:

“La familia es nuestro hábitat natural, primera comunidad de vida, espacio de pertenencia, acogida y encuentro. Nos desarrolla y humaniza como ninguna otra institución, nos impulsa a la plenitud. Pero no es ajena al conflicto y al sufrimiento. No hay familias perfectas; las hay más o menos funcionales. Un sinnúmero de desafíos y anhelos, de circunstancias internas y externas, ponen a prueba a sus integrantes día a día, para las cuales normalmente no estamos suficientemente preparados.

Debemos reconocerlo y acompañar a las familias en el desarrollo integral y pleno de sus miembros, en beneficio de cada uno en lo individual y de nuestra sociedad en su conjunto.”

Es una oportunidad muy aprovechable. Para mayor información está la siguiente página: https://wcfmexico.org/ 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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