El crimen se ha extendido por todas partes trastocando la vida cotidiana de toda la sociedad, afectando las actividades productivas en las ciudades y en el campo.
Todas las naciones han pasado por situaciones dolorosas, pero es indudable que algunas han sabido resolver esas crisis de mejor manera que otras, y desafortunadamente no podemos decir que México se encuentre entre ellas.
La situación de crisis por la que estamos atravesando es una enfermedad muy compleja, pero crónica, que viene de mucho tiempo atrás y con el paso del tiempo ha tenido sus etapas de mayor gravedad, y otras de un poco de tranquilidad, algunas hasta de mejoría que se han podido ver con cierta esperanza, pero parece que la raíz del problema nunca se ha querido analizar y hoy estamos en una de esas etapas más dolorosas y preocupantes, el problema es que como ciertos pacientes, México muchas veces trata de ocultar esos síntomas lo que hace que a final de cuentas la situación se agrave más con el tiempo.
Aunque algunos piensan que no es importante ya en esta época mirar al pasado para entender el presente, me parece que sí lo es, así como cuando vamos al doctor nos pregunta todos los antecedentes y no solamente los síntomas que tenemos en ese momento, pues siempre es importante ver las secuelas que dejan en los pacientes los padecimientos pasados y que silenciosamente afectan al presente.
En realidad, todas las naciones han pasado por situaciones dolorosas, pero es indudable que algunas han sabido resolver esas crisis de mejor manera que otras, y desafortunadamente no podemos decir que México se encuentre entre ellas, cuando vemos las cifras de pobreza, y en estos momentos las estadísticas de muertos, heridos, desaparecidos, secuestrados, extorsionados, víctimas de la drogadicción y otros más, nos sentimos verdaderamente angustiados
En nuestra historia es evidente que la Iglesia forma una parte integral de ella, es más, es una parte fundamental en la construcción de lo que conocemos como México y en su desarrollo histórico, pero en un momento determinado artificialmente se trató de borrar esta realidad, lo que fue imposible, mucho empeño pusieron en ello los liberales del tiempo de Juárez, después los revolucionarios en la constitución prácticamente la desaparecieron legalmente, como un fantasma sin ningún derecho, y Calles trató e inclusive llegó a decir que él se encargaría de borrarla de México, pero nunca contó con la heroica resistencia de los llamados Cristeros y del pueblo en general, y pese a su no reconocimiento se mantuvo ahí presente en millones de mexicanos, hasta que el presidente Carlos Salinas promovió y obtuvo el reconocimiento jurídico de la Iglesia católica y otras organizaciones religiosas.
Desde entonces podemos decir que la participación de la Iglesia en cuestiones sociales y políticas ha sido muy prudente, en ocasiones demasiado para algunos, pero en estos días, a raíz del asesinato de dos sacerdotes jesuitas ha manifestado en forma más clara su voz para hablar en defensa de tantas víctimas que no tienen más voz que su llanto.
En un comunicado emitido el 23 de junio manifiesta entre otras cosas lo siguiente:
Los obispos mexicanos nos dirigimos como pastores de la comunidad católica, al Pueblo de México con profunda preocupación por la creciente violencia que sufre nuestro querido país y con una gran tristeza por la pérdida de miles de vidas inocentes que llenan de luto a familias enteras. El crimen se ha extendido por todas partes trastocando la vida cotidiana de toda la sociedad, afectando las actividades productivas en las ciudades y en el campo, ejerciendo presión con extorsiones hacia quienes trabajan honestamente en los mercados, en las escuelas, en las pequeñas, medianas y grandes empresas; se han adueñado de las calles, de las colonias y de pueblos enteros, además de caminos, carreteras y autopistas y, lo más grave, han llegado a manifestarse con niveles de crueldad inhumana en ejecuciones y masacres que han hecho de nuestro país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo.
… Queremos manifestar nuestra cercanía y solidaridad con todas las víctimas, más allá de nuestras diferencias políticas o sociales, reconociendo que todos somos hermanos– Queremos sumarnos a las miles de voces de los ciudadanos de buena voluntad que piden que se ponga un alto a esta situación. ¡Ya basta! No podemos ser indiferentes ni ajenos a lo que nos está afectando a todos.
Ante la gravedad de los hechos, hacemos un llamado al Gobierno Federal y a los distintos niveles de autoridades, en consonancia con el pronunciamiento que se ha realizado desde el Senado de la República: es tiempo de revisar las estrategias de seguridad que están fracasando. Es tiempo de escuchar a la ciudadanía, a las voces de miles de familiares de las víctimas, de asesinados y desaparecidos, a los cuerpos policiacos maltratados por el crimen. Es tiempo de escuchar a los académicos e investigadores, a las denuncias de los medios de comunicación, a todas las fuerzas políticas, a la sociedad civil y a las asociaciones religiosas. Creemos que no es útil negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo que nos toca resolver ahora. Escucharnos no hace débil a nadie, al contrario, nos fortalece como Nación…, hacemos un respetuoso llamado a nuestras autoridades políticas a convocar a un diálogo nacional.
Posteriormente han seguido otros llamados para participar en campañas de oración y otras acciones, me parece que ha sido muy importante esta convocatoria porque es también un llamado a todos los ciudadanos a participar por los medios que podamos en exigir al gobierno que asuma su responsabilidad de aplicar la ley y cuidar el orden y la paz a la que tenemos derecho todos los mexicanos.
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