Cantar y bailar

Presidente, todavía quedan dos años y medio para impulsar políticas públicas eficientes para mejorar la economía, bajar la inflación, ofrecer bienes y servicios públicos de calidad.



El triunfo de un mexicano o una mexicana, cualquiera que sea su actividad, dentro o fuera del país, es el triunfo de todos, que amerita reconocimiento a su esfuerzo y dedicación, a sus válidas aspiraciones de lograr ser mejor en lo que hace y tener mejores condiciones de vida. Y vale la pena hacer hincapié en la importancia del apoyo de las autoridades en este proceso de logros personales.

Orgullo nacional fue el reciente triunfo de Sergio “Checo” Pérez en el Gran Premio de Mónaco, cuya carrera deportiva, por cierto, fue impulsada por el expresidente de México Felipe Calderón, quien preside desde febrero de este año la Comisión de Medio Ambiente y Sustentabilidad de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) que integran 143 países, además fue invitado por el Príncipe Alberto II.

¡Vaya revuelo político causó el tradicional festejo del corredor de autos acompañado por el expresidente mexicano, en una clara muestra de camaradería! Los ataques no se hicieron esperar e incluso se incrementaron por el falso video que circuló en redes sociales del baile del exmandatario.

Es triste que en lugar de resaltar la conquista del Checo que puso en alto, una vez más, el nombre de nuestro país, el tema central haya sido la crítica destructiva y las prolíficas descalificaciones. Desde el inquilino de Palacio Nacional hasta los funcionarios y simpatizantes del modelo 4T, se dedicaron a difundir su tóxica narrativa. Es evidente el enojo y molestia que provoca el reconocimiento público al enemigo identificado de los morenistas, llamado no solo Felipe Calderón, sino todo lo que va contra el mal llamado proyecto de nación, que más bien ha sido proyecto de destrucción de México.

Y más han de pesar las declaraciones del piloto de Fórmula Uno y de su padre, Antonio Pérez Garibay (actual legislador de Morena), quienes han reconocido el apoyo del expresidente Calderón y de su gobierno, para alcanzar el nivel de excelencia que ha demostrado en cada carrera el jalisciense, es decir, un aspiracionista que ha trabajado duro para alcanzar sus metas y demostrar que lo hecho por mexicanos que se fijan objetivos y trabajan en ellos (como cualquier ser humano) está bien hecho.

¡Qué tal si en lugar del constante ataque mejor se reconociera lo poco o nada que se ha hecho en materia de política pública, y lo mucho que se ha incitado para la polarización entre nosotros! En vez de ello, escuchamos pretextos para no cumplir responsabilidades, en esa narrativa “mañanera” que demuestra el único momento en que trabaja el presidente de lunes a viernes, no incluidas las paradas a comer ni los juegos de béisbol.

No se quiere entender cuánto ha afectado la falta de acciones concretas para apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas y así evitar el colapso de las fuentes de trabajo y el detrimento de la economía familiar.

Más nos ha dañado esa terrible forma de normalizar la existencia de retenes ilegales, de aceptar el preocupante tráfico de armas por delincuentes que inhiben derechos y libertades en amplias zonas del país, muy cuidados y protegidos desde el poder y que dejan en total estado de indefensión a las víctimas.

Pero regresemos a los hechos festivos en Mónaco. ¿Qué hay de malo en ser partícipe en una celebración? ¿Por qué tenemos que aplaudir el “bateo presidencial” en horas de trabajo y denostar el chapuzón de un exmandatario en un evento deportivo de talla internacional?

Presidente, sé que le es complicado dejar la simulación, pero haber dejado de hacer lo correcto para las y los mexicanos le restan motivos para celebrar. Mejor trabaje para abatir los preocupantes índices de inseguridad.

Presidente, no se mueva por el rencor y la sed de venganza política. Sane sus pensamientos. Si le gusta la trova cubana, cante, baile, disfrute la vida sin soberbia y póngase a gobernar. Todavía quedan dos años y medio para impulsar políticas públicas eficientes para mejorar la economía, bajar la inflación, ofrecer bienes y servicios públicos de calidad.

Presidente, poco abona tener la aprobación de dictadores, represores de derechos humanos elementales, como referentes de su trayectoria. Mucho lastima saber que hay quienes piensan que usted se dobla con facilidad ante cualquier tipo de amenaza.

Presidente, aspire a ser un estadista, a ganarse un lugar en la historia, de reconocimiento mundial, no por destruir al país, sino por resolver los graves problemas nacionales, pues para eso fue electo en julio del 2018, y no sólo ser una quimera política que persiguió el cargo durante tantos años, pero que al alcanzarlo, decidió lucrar con la pobreza, mentir sobre traernos paz, procurar el desarrollo nacional y unirnos a las y los mexicanos. Quizás entonces podrá cantar y bailar, y hacer que también nosotros cantemos y bailemos.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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