Las personas debemos hacer negocios con quienes simpatizamos y nos identificamos, pero, sobre todo, con quien aprecia nuestra particular forma de agregar valor y producir resultados.
No es difícil navegar en el desorden, pero sí es difícil procesar resultados perdurables en medio del caos organizacional.
El universo empresarial está nutrido de organizaciones amorfas, impulsivas, ocurrentes, laxas en los plazos y desobligadas en muchos frentes. Lejos de ser ejemplos de método, control o consistencia, producen resultados para alguien y eso las mantiene vivas.
En su definición más simple, una organización es caótica cuando sus conductas y procesos son erráticos y sus ‘outcomes’, efectos o resultantes son impredecibles. Operan engranajes que ofrecen valor circunstancial, pero tienden a producir cierto grado de incertidumbre en quienes se relacionan con ella.
Si por la razón que sea tienes que lidiar con una empresa caótica, ¿cómo gestionar un relacionamiento funcional sin desestabilizarte en el intento? Aquí tres recomendaciones para el análisis directivo:
1) Mantén un solo interlocutor durante toda la interacción.- Un elemento del caos por excelencia es la falta de consistencia constructiva en la secuencia de conversaciones necesarias para un objetivo procurado y el antídoto de cajón es mantener una única voz en todas las interacciones necesarias.
Hacerlo no evita desórdenes en tu contraparte, pero sí ofrece una ganancia productiva en la comprensión centralizada del estilo y alcances en los tramos de control (es un decir) de los distintos interlocutores que la dinámica del negocio te ponga enfrente.
2) Enfócate en el resultado sin juzgar su método.- Resulta inútil invertir tiempo y energía en pensar o argumentar el ‘deber ser’ del otro. Las personas y las empresas hacen lo que hacen porque son como son. Y tú no vas a cambiar una empresa caótica con un negocio casuístico.
El talento del interlocutor designado debe estar puesto al servicio del resultado, evitando quemar pólvora en infiernitos y manteniéndose concentrado en que avance lo que sea realmente relevante para los intereses de tu corporación.
3) Define una temporalidad específica estricta.- El relacionamiento con el caos debe ser casuístico, intencionado y temporal. No hacerlo así eleva el riesgo de mimetizar conductas que pueden no ser convenientes para tu organización.
Si las formas de una contraparte desordenan tu empresa, afectan tu operación regularmente y ponen en riesgo el valor que creas en las cadenas de las que formas parte, los negocios con ese individuo o corporación no deben ser tu constante.
En el ideal, las personas debemos hacer negocios con quienes simpatizamos y nos identificamos, pero, sobre todo, con quien aprecia nuestra particular forma de agregar valor y producir resultados. Lo semejante tiende a atraer a lo semejante y, cuando así sucede, se sientan las bases de una complementariedad balanceada que debe ser trabajada para su durabilidad y rentabilidad.
El autor y malabarista Dan Thurmon afirma, sin embargo, que “el balance no es algo a lo que llegas, sino es un algo que haces”. Y frente al caos, tu empresa debe aportar elementos de certeza y de buena administración de la expectativa, para elevar la probabilidad de la construcción de resultados en entornos estructuralmente inciertos.
Mi abuela la refranera solía decirnos; “dime con quién te juntas y te diré quién eres”. Parafraseándola, permítanme ahora decirles: dime cómo lidias con el caos y te diré qué clase de empresario eres.
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