Las partículas contaminantes son capaces de penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo, causando impactos cardiovasculares, cerebrovasculares (ictus) y respiratorios, alertó la Organización Mundial de la Salud.
Casi la totalidad de la población mundial, el 99 por ciento, respira un aire que supera los límites de calidad establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que pone en peligro la salud y la vida de las personas, alertó el organismo internacional al dar a conocer los resultados de la actualización 2022 de su base de datos sobre la calidad del aire.
De acuerdo con la nueva información, presentada en vísperas del Día Mundial de la Salud, un número récord de más de seis mil ciudades de 117 países vigilan ya la calidad del aire, dos mil más que en la última actualización de 2018, lo que un aumento de casi seis veces desde que la base de datos se puso en marcha en 2011.
A pesar de ello, los habitantes de esas ciudades siguen respirando niveles insalubres de partículas finas y de dióxido de nitrógeno. Los más expuestos son los habitantes de los países de ingresos bajos y medios.
Estos resultados han llevado a la Organización Mundial de la Salud a subrayar la importancia de frenar el uso de combustibles fósiles y tomar otras medidas tangibles para reducir los niveles de contaminación atmosférica.
La actualización de 2022 introduce por primera vez mediciones en tierra de las concentraciones medias anuales de dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante urbano común y precursor de las partículas y el ozono. También incluye mediciones de partículas con diámetros iguales o inferiores a 10 μm (PM10) o 2,5 μm (PM2,5). Ambos grupos de contaminantes se originan principalmente en las actividades humanas relacionadas con la combustión de combustibles fósiles.
La base de datos muestra que los daños que la contaminación atmosférica provoca en el cuerpo humano han crecido rápidamente y apuntan a un daño significativo causado incluso por niveles bajos de muchos contaminantes atmosféricos.
De acuerdo a la OMS, las partículas son capaces de penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo, causando impactos cardiovasculares, cerebrovasculares (ictus) y respiratorios. Cada vez hay más pruebas de que las partículas afectan a otros órganos y causan también otras enfermedades.
El dióxido de nitrógeno (NO2) se asocia a enfermedades respiratorias, sobre todo al asma, lo que provoca síntomas respiratorios (como tos, sibilancias o dificultad para respirar), ingresos hospitalarios y visitas a los servicios de urgencias.
La Organización Mundial de la Salud revisó el año pasado sus directrices sobre la calidad del aire, haciéndolas más estrictas en un esfuerzo por ayudar a los países a evaluar mejor la salubridad de su propio aire.
“Los problemas energéticos actuales ponen de manifiesto la importancia de acelerar la transición a sistemas energéticos más limpios y saludables”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, al darse a conocer los resultados de la actualización de la citada base de datos.
“Los elevados precios de los combustibles fósiles, la seguridad energética y la urgencia de hacer frente al doble reto sanitario que suponen la contaminación atmosférica y el cambio climático, ponen de manifiesto la urgente necesidad de avanzar más rápidamente hacia un mundo mucho menos dependiente de los combustibles fósiles”, aseguró el director del organismo.
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