El AIFA es un mero aeropuerto provinciano, regional, mientras que el NAIM estaba destinado a ser un hub de envergadura continental y mundial.
El pasado lunes 21 de marzo de 2022 México vivió un acontecimiento que había venía siendo anunciado y esperado, con diferentes sentimientos, por la ciudadanía. Ese día se inauguró el aeropuerto que a partir del inicio del presente gobierno federal se había convertido en tópico preferencial de chismes, cuchicheos, corrillos, rumores y contenidos noticiosos. El Presidente López, como era de esperarse, tratándose de una de las obras calificadas por propios y extraños como joyas de su corona, se apersonó ahí para el acto protocolario. Los invitados para la ocasión y los pasajeros de los aviones que tendrían el honor de estrenar las pistas, los edificios y demás facilidades aeroportuarias se hicieron lenguas describiendo esos momentos y esa experiencia única; los informadores llenaron con ellas sus respectivos medios. El común denominador de la cobertura mediática, sin embrago, no fue el hecho mismo de la inauguración, sino la constatación de que entre las opiniones vertidas por la prensa, parecía reinar el desacuerdo. Había quien no podía ser más laudatorio de esa obra. Se alcanzaron niveles empalagosos de prosa al describir las maravillas arquitectónicas, técnicas y estéticas contenidas en el flamante aeropuerto. No faltó, por su lado, quien arremetiera en contra de todas las carencias arquitectónicas, estructurales, técnicas y de infraestructura que quedaron patentes en la obra. Es indudable, como quedó constatado por el evento que nos ocupa y por las reacciones suscitadas en torno a él, que la división de la ciudadanía mexicana se encuentra en este momento en un punto en el que parece impensable buscar puntos de encuentro. Chairos y fifís se encuentran, con ocasión de la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) en las antípodas de la actual perspectiva socioeconómica e histórica mexicana. Y no es extraño que así esté sucediendo. Además de la continua carga de leña que el Presidente arroja diariamente al fuego de la desunión, basta recordar algunos antecedentes de la existencia misma del aeropuerto.
Vamos a suponer -sin conceder absolutamente nada, claro- que el AIFA estuviese bien construido y totalmente terminado; que sus catorce slots estuviesen preparados para atender el tráfico aéreo, nacional y venezolano que lo requiera; que los servicios sanitarios para los pasajeros representasen una visión novedosa de la estética; que los viajeros encontrasen muy folclórica y colorida la venta de antojitos mexicanos en los pasillos del recinto; que sus seis vuelos diarios despegasen y/o aterrizasen a tiempo en pistas bien construidas; que sus accesos carreteros y otros servicios de comunicación estuviesen funcionando como Dios manda y agilizando la llegada y partida de los usuarios; que el personal de tierra estuviese altamente calificado y se mostrase capacitado para atender cualquier exigencia relacionada con sus horarios y vuelos. A pesar de todo lo anterior, nunca podrá, ni deberá, borrarse de la memoria colectiva nacional la imagen de lo que pudo ser el NAIM, de lo que éste pudo significar para México; de lo que su cancelación está causando al bienestar nacional. Imposible no hacer comparaciones entre ambos aeropuertos cuando se ven, una al lado de la otra, las fotos de ambos proyectos. El NAIM versus el AIFA.
Arquitectónicamente son incomparables, o sea, es imposible compararlos. Hay una distancia infinita entre la elegancia, tamaño, capacidad, funcionalidad previstas para el NAIM y la pequeñez e insignificancia de las características distintivas del AIFA. Esforzarse en encontrar justificación para preferir esto último a lo primero es algo que rebasa cualquier lógica. La capacidad de uno y otro para acoger aeronaves de todo tipo y origen, y brindar los servicios exigidos por el tráfico aéreo contemporáneo puede ser sintetizada en el número de slots que cada uno ofrece: 94 en el NAIM versus 14 en el AIFA: varios cientos de despegues y aterrizajes diarios en el NAIM contra seis en el AIFA. El AIFA es un mero aeropuerto provinciano, regional, mientras que el NAIM estaba destinado a ser un hub de envergadura continental y mundial. ¿Qué es lo que, a los ojos de los incondicionales del Presidente, justifica que se haya elegido cancelar el NAIM y construir el AIFA? Hasta el momento, ni López Obrador ni los personajes que lo acompañaron en esa decisión han mostrado fundamentación sólida alguna para ello. Todo parece estar en contra de la racionalidad de este proyecto lopezobradorista y vaticinar su futuro olvido e insignificancia. Entonces, ¿por qué las disputas entre morenistas y antimorenistas? .¿Se trata meramente de visiones políticas contrastantes?
Creo que no es un simple choque de dos posiciones socioeconómicas diversas. El punto crucial, que es pasado de largo en la mayoría de las discusiones en torno al tema, es aquel que de estar siempre en la memoria de todos, podría inclinar a chairos y fifís a encontrar un punto común. Pues se trata de algo que -como en todas las obras y actos de gobierno de la actual administración federal- afecta negativamente a ambos bandos por igual. Se trata del ingente daño económico, y de las consecuencias sociales que la cancelación del NAIM y la construcción del AIFA representan para TODOS los ciudadanos por igual.
Mientras que el costo del NAIM iba a ser cubierto por los impuestos aeroportuarios y demás conceptos pagados por los usuarios durante sus viajes, sin costo alguno para quienes no usasen ese aeropuerto, el costo total del AIFA: edificación del mismo y pago de compensaciones financieras a las empresas que trabajaban en el NAIM, deberá ser pagado por todos los mexicanos, usen o no usen el aeropuerto. Y las cantidades son de pronóstico reservado; cientos de miles de millones de pesos que deberán salir de nuestros bolsillos. ¿Pueden los simpatizantes del Presidente estar de acuerdo en pagar esas cantidades, sacrificando para ello nuevas escuelas, hospitales, guarderías, calles y carreteras, simplemente para llevarle la contra a los ciudadanos que no votaron en favor de AMLO? ¿No será posible que la constatación del desastre económico resultante de elegir el AIFA sobre el NAIM una los sentimientos de ambos lados para tomar un cauce común que prometa nuevas esperanzas para la nación? No es posible, ni mucho menos recomendable, olvidar que los procesos mentales que llevaron al Presidente López Obrador a preferir el daño financiero de la sociedad mexicana por sobre las esperanzas de bonanza y progreso de esta última al cancelar el NAIM y construir el AIFA son los mismos procesos mentales que lo han llevado, y continuarán llevando, a tomar todas las decisiones de su gobierno. Tanto en el asunto AIFA vs. NAIM como en todas las decisiones adoptadas por la administración de la así llamada 4T los afectados no han sido únicamente los ricos, sino todos los mexicanos por igual. El costo de las torpezas de AMLO afectarán negativamente las perspectivas de bienestar de los hijos e hijas de todos los mexicanos durante décadas. Entonces, ¿por qué seguir manteniendo la división entre chairos y fifís?
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