“Una mujer como símbolo de Ucrania, una mujer como aquella que toma sobre sí esa carga indecible de la guerra, una mujer que en medio de un mar de muerte vela sobre la vida, una mujer que defiende y construye el porvenir”.
Las cartas diarias desde que inició la guerra en Ucrania, de su beatitud Sviatoslav Schevchuk, arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, serán un relato histórico valiosísimo de este episodio tan tremendamente injusto para esa nación. Y a la vez la manifestación del desempeño de un pastor cercano a sus ovejas y dolido por el mal trato que sufren.
En una de sus cartas habla del desempeño de la mujer ucraniana y textualmente la califica como “símbolo de esperanza, de intrepidez, de la victoria de la vida sobre la muerte”, y por esta razón Ucrania quedará en pie a pesar de circunstancias tan injustas e inhumanas por las que atraviesa.
Esta afirmación aparece en la cuarta semana de la agresión en donde los destrozos aparecen en todos los sitios, las pérdidas son una realidad y el sufrimiento imparable, pero la población se mantiene en pie de lucha y allí también emerge la figura femenina. Ellas y ellos son unos patriotas y no esquivan ni se lamentan ante el papel que les corresponde desempeñar.
Así lo expresa: “Una mujer como símbolo de Ucrania, una mujer como aquella que toma sobre sí esa carga indecible de la guerra, una mujer que en medio de un mar de muerte vela sobre la vida, una mujer que defiende y construye el porvenir”.
Este testimonio es de un pastor de la Iglesia, cercano a su gente, sin ambiciones políticas. Simplemente habla con la verdad. Tampoco los demás somos ingenuos y no podemos excluir problemas sociales, injusticias, ilícitos, como desgraciadamente los hay en todas partes. Sin embargo, en el momento de dar la vida por la patria, todos lo están demostrando.
Es pasmosa la unanimidad de las demás naciones ante este ejemplo heroico. El presidente en pie de guerra, al frente de su pueblo, coordinando acciones y buscando en el exterior la ayuda que necesita. Ha tomado decisiones muy exigentes. Pidió a varones desde los 18 años hasta los 60 permanecer en Ucrania para defenderla.
Ni las madres, ni las esposas se rebelaron. Incluso muchas que pudieron salir de su país, así como varones de mayor edad se han quedado para unirse a la lucha. Ese es amor a la patria llevado al extremo porque la muerte es lo más próximo.
Esta guerra tan injusta y un pueblo tan heroico han sacado de los demás sus mejores sentimientos. La ayuda también es ejemplar.
Pero volvamos a las mujeres, el presente es muy duro y el futuro tal vez no llegue. Y así asumen lo que les corresponde. Son mujeres, muy mujeres que impulsan a hombres, muy hombres. Por eso ellas, en momentos tan dramáticos, con su postura facilitan la esperanza. Sobre todo por el buen ejemplo a la niñez.
A pesar de la desigualdad de los contendientes, Ucrania sigue en pie. Esta página de la historia que pudo ser un caos, un desigual enfrentamiento donde se pensó desaparecer a una de las partes, ésta mostró su temple y lo sigue mostrando. Este suceso termine como termine ya queda como uno de los más ejemplares para la humanidad.
Ese pueblo queda escrito con letras de oro, hasta ahora sigue erguido, sigue luchando. Y las mujeres luchan también desde los refugios o en el exilio. Cuidan a los ancianos, cuidan a los niños, amamantan a los bebés. Son fuertes con la fortaleza que da el cuidado de la vida humana.
También algunas luchan en el ejército, otras enfermeras y doctoras multiplican sus cuidados.
Es un mosaico de escenas tremendas, despojadas de su tierra, de su hogar. Otra con sus hijos pequeños sale al extranjero para sobrevivir. Y otra, y otra, y muchas más…
No a la guerra, no a las consecuencias nefastas de la guerra. Nunca más la guerra…
Pero la insensatez, el orgullo, el afán de dominio y de poder es tan grande que hoy lo estamos palpando.
¿Aprenderemos algún día?
Mientras tanto, el futuro está en las manos de la mujer.
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