Ojalá el ejemplo de Sasha sea un resorte y una motivación para más mujeres que, en distintos ámbitos, han tenido que cargar con ese dolor interno que les impide liberar la carga.
No concluía la marcha de las mujeres el pasado 8 de marzo cuando Sasha Sokol –conocida cantante y actriz– dejaba caer la loza que cargó durante décadas y denunció el abuso del que fue víctima cuando era una niña. En Twitter, colgó un hilo en el que señalaba a un hombre que le llevaba 25 años de edad. Ella tenía 14 y él 39. La relación tuvo cuatro años de duración; ella siempre menor de edad.
El hombre en cuestión es Luis de Llano, el todopoderoso hombre del espectáculo de las décadas de los 80 y 90. Amo de los grupos musicales y los programas de entretenimiento, cine y teatro. Todo lo hacía. Descubrió los grupos infantiles y juveniles. Los lanzó al estrellato, fue su impulsor y representante. Ahora sabemos que era el abusador de una niña de 14 años que formaba parte de un grupo musical. Todo lo podía. En estos días promovía un libro suyo de memorias. Es un hombre de cerca de los 80 años. En ese marco dio una entrevista en la que habló en tono desparpajado de la relación que tuvo con Sasha, tratando de reducirla a una breve relación alocada y sin consecuencia para nadie. Minimiza su conducta y los resultados de la misma, desprecia lo que pudo haber causado y revela una mente torcida incapaz de entender nada a la luz del tiempo. Como buen sociópata, no se da cuenta de que lo suyo es una agresión a quien fue una niña y hoy una mujer de 50 años que todavía tiene que soportar los dardos de este narciso irredento.
En el hilo, Sasha menciona algunos de los dramas que enfrentó desde entonces y que finalmente ven salida en esa serie de tuits que, nos dice, se ve obligada a poner por las continuas mofas del señor. La denuncia que hace es valiente, tiene un gran valor social y puede y debe provocar una hecatombe en una industria que se ha caracterizado internacionalmente por la cosificación y el abuso de mujeres.
Se puede alegar, por supuesto, que se trató de una época, que “así era todo” y que en ese “entonces estaba aceptado” y así es, pero ¿cómo le hacemos para que no vuelva a suceder? ¿Cómo educar a los hombres en que habrá consecuencias? (ayer mismo, en Francia, se anunció el juicio por violación y agresiones sexuales del actor Gerard Depardieu –de la edad de De Llano– en contra de una actriz 45 años menor). ¿Cómo le hacemos para que las nuevas generaciones sepan lo que pasaba, lo que ocultan las madres, las tías, lo que callan las generaciones de antes? Solamente con la denuncia pública y con la solidaridad entre quienes padecieron esos abusos, así se llega a la causa común. Claro, la mesa del sistema está puesta para inhibir la denuncia, para volver a estigmatizar, a revictimizar, para volver a señalar con mofas y minimizando a quien ya ha tenido suficiente. Pero hay que dar el paso.
Ojalá el ejemplo de Sasha sea un resorte y una motivación para más mujeres que, en distintos ámbitos, han tenido que cargar con ese dolor interno que les impide liberar la carga. Ojalá lo hagan y ojalá Sasha salga de nuevo, no a ahondar más, se entiende que no lo quiera hacer, pero que repita su hilo una y otra vez para que no vuelva a suceder.
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