En mucho ayuda una dinámica de vida con procesos de aprendizaje permanentes, en más de una ocasión resuelve simplemente tener la fortaleza de carácter para bien decir ‘no sé’.
Produce pena y temor combinados, aderezados por un sentimiento mixto de coraje y de presión circunstancial. Decir ‘no sé’ suele causar aflicción.
Tan es así, que cuando un interlocutor relevante te pregunta algo cuya respuesta ignoras se produce un dilema instantáneo: responder cualquier cosa para mantener la pose y salir del paso; o bien, reconocer con honestidad intelectual que desconoces la respuesta.
Esto no es casual. El mundo de los negocios nos demanda prepararnos para la pregunta siete, no sólo para la dos. Vendas, reportes o evangelices, se espera que domines el tema o asunto con tal profundidad, que no es inusual que se considere imperdonable ignorar algo que un grupo atento o interlocutor inocente o sagaz te pueda preguntar.
Si reconocemos que nadie está obligado a saberlo todo, ¿cómo responder con propiedad cuándo se está dispuesto a decir con verdad que no se sabe la respuesta? Aquí tres opciones para la reflexión:
1) No sé, pero esto es lo que sí sé.- Evitando caer en la tentación de pronunciarte sobre algo que te resulta claro que no conoces o no entiendes en la profundidad necesaria. Afirmarlo así, te permite ofrecer una respuesta (normalmente indirecta) desde tu visión y campo de dominio.
Incluso, se vale partir de señalar qué parte de la pregunta no te sientes cómodo de responder, acotando aquella reflexión que –desde tu perspectiva– puedes aportar con elementos nutritivos para la conversación o decisión que en ese momento te ocupe.
2) No sé, pero te ofrezco regresar con una respuesta.- Las más de las veces tiene más valor dar una respuesta correcta que un pronunciamiento inmediato. Muchos interlocutores aceptarán dar tiempo en aras de la calidad de la contestación.
Hacer uso de cierto lapso para investigar, para entender mejor la inquietud o solamente para pensar y ordenar respuestas alternativas, lejos de proyectar inseguridad, suele ser reflejo de profesionalismo.
3) No sé, pero te pido que me ilustres.- Un antídoto idóneo cuando la vida te coloca frente a un interlocutor que estás al tanto o intuyes que tiene un grado de conocimiento profundo sobre aquello que el diálogo versa.
Además, resulta una oportunidad para que los roles se inviertan y puedas tú lanzar una o varias preguntas desde tu perspectiva ilustrada, llevando las deliberaciones a niveles tan interesantes, como enriquecedoras.
Cierto. A nadie le gusta mostrarse ignorante frente a un cuestionamiento profesional y menos si es de algo que consideramos nuestro tema o responsabilidad; pero no es buena idea subestimar los positivos en confiabilidad que se producen cuando alguien reconoce con madurez que no sabe y proyecta una honesta disposición y compromiso por aprender o resolver lo que para el caso específico se requiera.
Vivir y dirigir en tiempos complejos y de cambio constante es vivir y dirigir en modo aprendiz. Una forma que ejerce a plenitud el conocimiento y la experiencia que se va acumulado, pero que reconoce que mucho de lo que se sabe caduca o pierde vigencia de manera acelerada.
Y si bien en mucho ayuda una dinámica de vida con procesos de aprendizaje permanentes, en más de una ocasión resuelve simplemente tener la fortaleza de carácter para bien decir ‘no sé’.
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