El comunicador tiene un papel muy importante para impulsar, animar y sostener estas iniciativas, que tendrán resultados positivos si cuentan con datos fidedignos, realistas y oportunos.
Desde hace años coincidimos en reconocer el papel tan importante de los comunicadores en un mundo tan interconectado. Los miembros de una familia estudian, trabajan e incluso fundan su familia en lugares distintos al de sus progenitores y la comunicación es muy necesaria.
Esperamos estar enterados de los acontecimientos en los distintos lugares del planeta. La tecnología presta el soporte, pero los profesionales de la comunicación son imprescindibles para dar a conocer, para explicar y adelantarse a posibles interrogantes. Con los años de ejercer ese trabajo, han adquirido amplia experiencia sobre las variadas respuestas que surgen.
Verdaderamente se establece una relación muy profunda entre el comunicador y los receptores. Aparece una reciprocidad afectiva y cognitiva que ha de traducirse en confianza, respeto y promoción de solidaridad y ayuda a los más necesitados. Es lo que deseamos la mayoría.
Por eso, en este mes en el que a la mitad festejamos el día del amor y la amistad, conviene ampliar el influjo del amor y revisar la manera en que el trabajo profesional de los comunicadores esté teñido por esta virtud: amor a su trabajo y amor a los destinatarios. Como el tema es de mucha responsabilidad conviene revisar ciertos hábitos y disposiciones.
Como punto de partida es necesario darse cuenta del poder que tienen pues influyen en los estados de ánimo, decisiones y conducta de las personas a quienes les llegan sus informes. Por eso, el profesional de la comunicación ha de decir la verdad y llegar a las causas, a las circunstancias y a los efectos.
La superficialidad o la falsedad se evitan si las fuentes de la investigación son válidas, si la observación es certera y la transmisión es fiel y completa. Sin encubrir por favoritismo o calumniar por antagonismo. Además, si las noticias son alarmantes y prolongadas, como sucede con la pandemia que estamos padeciendo, es necesario dejar unas palabras de aliento y esperanza. Desenmascarar las noticias falsas también resulta de gran ayuda.
Cuando todavía no hay datos ciertos, conviene abrir el horizonte con distintos puntos de vista para que el público, al menos, vea múltiples caminos y así, aunque se presenten nubarrones hay suficientes propuestas de manera que lo lógico es pensar que ante tantos caminos es factible encontrar la solución. Nunca es bueno estrechar las posibilidades.
También conviene fomentar la solidaridad y hacer ver que otras personas están sufriendo por lo mismo, que tal vez sea el momento de la colaboración, entre todos pueden inventar estrategias y distribuirse los trabajos. Al compartir los resultados, como son variados se podrá lograr un resultado satisfactorio. Esto es una realidad, se han creado redes, se han compartido saberes y participado con las habilidades propias.
El comunicador tiene un papel muy importante para impulsar, animar y sostener estas iniciativas, que tendrán resultados positivos si cuentan con datos fidedignos, realistas y oportunos. Ya es un beneficio unir a las personas, formar grupos, que más adelante tal vez respondan a otras iniciativas, o porque coincidan en proyectos.
En los múltiples ambientes en los que se mueve el comunicador, es fácil que detecte dónde o quién sufre de carencias graves, y puede darlo a conocer con la finalidad de encontrar a otras personas que en esos aspectos están sobradas. Así pueden surgir ayudas recíprocas y tal vez buenas amistades.
Incluso la ayuda puede cruzar fronteras, pues hay países a los que les falta lo que en otros hay abundancia e incluso desperdicio. Así se abren oportunidades y se desarrolla el ingenio y la creatividad para aprovechar mejor los recursos, intercambiar servicios y crear puentes de buen entendimiento y de agradecimiento. Entonces la mente y el corazón se expanden.
Con todos estos propósitos, el trabajo de los comunicadores que ya es amplio, crece aún más, fomenta el conocimiento, la gratitud y la colaboración que eleva tanto al que da como al que recibe. Este es un modo de salvar de la corrupción a quienes no veían un futuro honesto, y seguridad para quienes estaban enquistados en su buen vivir porque al dar se libran de que les arrebaten y cultivan la generosidad en el corazón.
Si el comunicador aprovecha sus datos para el beneficio particular y social, está aprendiendo a amar de otra manera, mas constante y más extensa. Su natural liderazgo por el hecho de tener mucho que decir, se multiplica porque los resultados no se quedan en un pequeño grupo, sino que se amplían tanto como problemas y necesidades hay en el mundo.
Muchas de las pugnas internacionales no llegan a explotar gracias a la ayuda que inicia pronto y acertadamente. Se atajan los problemas antes de que se desborden y haya contagios de malestar. Con la ayuda se expande el corazón y se fomentan los buenos sentimientos y las buenas acciones.
Tal vez si se dan a conocer las carencias graves de algún poblado y se les ayuda con los recursos que necesitan para bastarse por sí mismos, por ejemplo, al crear fuentes de trabajo, posiblemente haya un resurgimiento que llegue a tiempo para evitar una migración, Todos los grandes problemas han empezado pequeños y se les ha dejado crecer por falta de ayuda a tiempo.
El amor del comunicador por su trabajo y por los interlocutores se ha de mostrar con prudencia, prudencia y más prudencia, para prever las consecuencias de lo que expresan, para propiciar actos de superación, para dar a conocer la verdad y detectar la simulación, el engaño o la calumnia.
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