Esta pandemia ha sido única, prósperos negocios en la ruina, proyectos truncados, peleas familiares agravadas, lejanía de personas antes cercanas, depresión, ansiedad, angustia, soledad y hasta la muerte.
Hace décadas que retiramos a Dios de la plaza pública y poco a poco lo hemos ido arrinconando, aún en nuestros hogares.
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