Es necesario que los cristianos dejemos de estar a la defensiva y defendamos el concepto de feliz Navidad que significa proclamar que es la fiesta del nacimiento de Jesús.
La Navidad ha sido una fiesta prácticamente generalizada en todo el mundo occidental y en buena parte del resto también aunque su cultura no sea tan influenciada por el cristianismo.
El festejo del nacimiento de Jesús de ser una fiesta eminentemente religiosa se fue adoptando también para muchos no creyentes en una fiesta familiar y aún social para compartir los más nobles deseos de amistad, de cordialidad y de buenos deseos, además de ser una oportunidad de compartir con todos nuestros mejores sentimientos y alegrar a los pequeños con esos regalos que misteriosamente aparecían traídos por El Niño Jesús o por San Nicolás o Santa Claus según la tradición de cada familia. El desear feliz Navidad a todos los conocidos, y aún personas con las que se coincidía casualmente como quien te atiende en un supermercado, en una tienda departamental, o aún en las visitas de negocios se convirtió en parte de la vivencia del mes de diciembre de cada año.
Sutilmente y sin saber de dónde provenía, poco a poco y sin darnos cuenta la publicidad y algunos medios empezaron a decir felices fiestas en lugar de feliz Navidad, prácticamente sin que nadie lo notara y de repente muchos inclusive sin darnos cuenta nos fuimos contagiando de esa moda.
Para las familias cristianas, durante mucho tiempo en la mayoría tanto en Europa como en América no faltaba el llamado nacimiento o Belén que según la tradición fue creado por San Francisco de Asís, con las figuras clásicas del niño Jesús, de la Santísima Virgen María, de San José, acompañados de un burro, de un buey, de los ángeles y de los pastores, todos alrededor de un portal, y en ocasiones algunos nacimientos crecían en forma tan espectacular en algunas plazas e iglesias, y aún en centros comerciales que las familias acudían a admirarlos.
Con el tiempo estas clásicas representaciones se fueron sustituyendo por otras figuras muy poco relacionadas con el acontecimiento central que es el nacimiento de Jesús, muñecos de nieve, venados, trineos, duendes y la figura de Santa Claus, algunos inclusive de tamaño extraordinario y no muy artístico elaborados como inflables que no recuerdan para nada lo que en realidad se está celebrando.
Pero el tiempo sigue avanzando y cada vez más se ha venido imponiendo el felices fiestas, contra el cálido y significativo feliz Navidad, y se ha llegado a tal situación, que en días pasados una representante de la comunidad europea se atrevió a querer imponer una prohibición para que se dijera feliz Navidad y se impusiera el felices fiestas o cualquier otra expresión que no tuviese ningún significado religioso, según ella por respeto a quienes no son cristianos, y agrego yo, sin respeto alguno para los que sí lo somos.
Por lo pronto dicha propuesta tuvo que ser retirada, y creo que es necesario que los cristianos dejemos de estar a la defensiva y defendamos el concepto de feliz Navidad que significa proclamar que es la fiesta del nacimiento de Jesús, es fundamental no solamente para los que profesamos sus enseñanzas, sino para todo el mundo pues es un mensaje que históricamente transformó gran parte del mundo y de la historia, y aún desde el punto de vista meramente civil, merece todo el respeto y reconocimiento por su trascendencia histórica en el mundo en el que vivimos, y desde luego para los cristianos es un recordatorio de que debemos tratar de vivir conforme a este mensaje y compartirlo con los demás con la convicción de que es una invitación a una forma de vida que nos conduce por camino de paz y amor, desde luego con sacrificio y esfuerzo.
Rescatemos que el sentido de la Navidad es para recordar el nacimiento de Jesús, no se obliga a nadie que no lo quiera festejar, pero tampoco hay que permitir que nos la arrebaten o secuestren, como nosotros no pretendemos arrebatar o secuestrar las fiestas de otras religiones o fiestas civiles.
Feliz Navidad.
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