La perspectiva de vida de quienes hoy adquieren VIH es muy diferente de hace décadas, pero lo importante es detener los contagios y asegurarnos que quienes la padecen tengan apoyo.
En los años ochenta el mundo fue sorprendido por la aparición de una extraña enfermedad que dejaba a las personas que la padecían sin defensas, por lo cual casi cualquier otra infección podía causarles la muerte. Por ello, se le llamó Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, y con el tiempo se identificó al virus que lo causa, al que se denominó VIH (virus de inmunodeficiencia humana).
Un escenario diferente
Hoy en día el panorama para quienes se contagian del virus es diferente al de muerte segura del principio. Se sabe que desde que alguien se contagia con VIH hasta que desarrolla propiamente SIDA, pueden pasar muchos años y, además, ya existen tratamientos capaces de detener el avance del virus y han permitido que vivan con VIH sin padecer la enfermedad.
A pesar de esa perspectiva de sobrevivencia, lo que en realidad importa es evitar el contagio sobre todo entre las y los jóvenes, pues en edades tempranas son más frecuentes las prácticas riesgosas por ignorancia o por minimizar el riesgo de contraer VIH u otras enfermedades de transmisión sexual. Además, en el caso del VIH, deben conocer que el compartir jeringas u otros instrumentos que entren en contacto con la sangre de varias personas es un posible camino para el contagio.
Por tanto, desde las familias, con el apoyo de la escuela y de otras instituciones, se debe informar de las formas de prevención y motivar para que las adopten con plena responsabilidad. Asimismo, invitar a que, si se han visto expuestos a algún riesgo, busquen consejo médico profesional para, en dado caso, tener un diagnóstico oportuno y la atención adecuada.
En medio de la tormenta
Esta tarea de detener la expansión del VIH y a la vez apoyar a quienes la padecen involucra, a toda la sociedad pero, especialmente, cuando se trata de los niños, niñas y jóvenes en situación de abandono o riesgo social y precisamente esa es una de las tareas que Casa de la Sal, A. C. ha hecho suya, entre otros objetivos.
Esta organización de la sociedad civil fue fundada en 1986, en medio de la tormenta de desinformación y prejuicios, gracias a la determinación de siete mujeres encabezadas por la Dra. Rosa María Rivero.
En estos treinta y cinco años de trabajo han ido creciendo y consolidando su misión de atención como una asociación civil que brinda atención integral a personas con VIH o SIDA y a sus familiares. En la actualidad, sus servicios los enfocan a través de cuatro objetivos:
–Atención clínica psicológica: otorgando apoyo médico, nutricional, psicológico y espiritual, en dos sedes, una de Azcapotzalco y la otra en Iztapalapa.
–Enlaces hospitalarios: proveyendo acompañamiento tanatológico y orientación psicológica en los principales hospitales de la Ciudad de México.
–Prevención de VIH e Infecciones de Transmisión Sexual: dando pláticas y talleres en escuelas, empresas y a población clave para disminuir el riesgo de adquirir VIH.
–Centro Infantil y Juvenil: brindando servicios de atención y protección a menores de 0 a 17 años con diagnóstico de VIH o SIDA, que están en situación de abandono o en vulnerabilidad social.
En este último programa en particular, las personas que quieran apoyar pueden hacerlo a través del compromiso con una beca educativa o con una beca alimenticia. Por supuesto, la asociación recibe otros donativos que pueden ser mensuales, de una sola vez o en especie y tiene espacios para que quienes quieran hacer voluntariado encuentren opciones para apoyar esta importante causa desde los dos frentes en los que hay que trabajar.
Fuente:
https://www.redalyc.org/pdf/120/12025108.pdf
https://data.unaids.org/topics/young-people/youngpeoplehivaids_es.pdf
https://www.gob.mx/censida/articulos/que-es-el-vih-informacion-basica?idiom=es
https://www.casadelasal.org.mx/
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