La boda de Santiago Nieto seguramente costó mucho dinero. A los ojos de AMLO fue un gran despilfarro, una ostentación inmoral, de parte de un servidor público de ese nivel.
El circo realizado en Palacio Nacional en torno a la boda de Santiago Nieto reafirmó la consigna presidencial de romper con todo lo que pueda ser ostentoso, contrario a la austeridad republicana. Ostentosidad significa despilfarro de recursos que ofenden a los más pobres, las mascotas del presidente. La boda de Santiago Nieto seguramente costó mucho dinero. A los ojos de AMLO fue un gran despilfarro, una ostentación inmoral, de parte de un servidor público de ese nivel.
Ante la difusión pública del show presidencial sobre la boda en Guatemala, muchos ciudadanos se han de haber puesto a hacer cuentas, y a comparar el despilfarro del tan publicitado evento nupcial con los despilfarros realizados por el mismísimo presidente desde sus austeras oficinas en Palacio Nacional.
¿A cuántas bodas ostentosas de servidores públicos equivale el mega despilfarro realizado a causa de la cancelación del aeropuerto de Texcoco y de la construcción de Santa Lucía, de Dos Bocas y del Tren Maya?
¿A cuántas bodas de burócratas con tendencias neoliberales equivale el despilfarro resultante de tantas inversiones ahuyentadas por las políticas económicas arcaicas y represivas de este gobierno?
¿A cuántas bodas elegantes equivale el enorme despilfarro de los estadios de béisbol comprados por el Presidente?
¿A cuántas bodas postineras de algunos burócratas equivale el absurdo despilfarro de la cancelación de la empresa cervecera en Baja California y de los empleos que ahí iban a crearse?
¿A cuántas bodas caras equivale el derroche en dinero, en empleos y en calidad de vida -¡y en vidas humanas!- de muchos ciudadanos causado por la negación presidencial de atajar la delincuencia y de detener los bloqueos magisteriales?
¿A cuántas bodas riquillas equivale el derroche ostentoso causado por la insensata construcción de miles de sucursales del Banco del Bienestar?
¿A cuántas bodas caras equivale el terco derroche realizado a consecuencia de la “encuesta” respecto al juicio de los expresidentes?
¿A cuántas bodas ofensivas para los pobres equivale la carísima, poco democrática e innecesaria creación de los Servidores de la Nación, de los salarios para los ninis, de los delegados presidenciales en cada estado?
¿A cuántas bodas poco austeras equivale el inhumano despilfarro de vidas humanas de niños con cáncer, mujeres enfermas, médicos convertidos en víctimas del COVID, pueblos arrasados por terremotos e inundaciones debido a la aplicación irracional de la austeridad republicana?
¿A cuántas bodas en el extranjero equivale el despilfarro de comprar una refinería en quiebra en Estados Unidos?
¿A cuántas bodas de burócratas ricos equivale el despilfarro inútil de tiempo y de dinero causado por las conferencias mañaneras del Presidente?
¿A cuántas fiestas nupciales de postín equivalen los millones y millones de pesos despilfarrados a causa de la obcecación presidencial de no usar el avión presidencial?
¿A cuántas bodas fifís equivalen los miles de millones de pesos robados por Bartlett, Irma Eréndira, y demás colaboradores cercanos del presidente?
Y así podríamos seguir y seguir y seguir, y hacer de esos despilfarros presidenciales -ostentos y dramáticamente ofensivos a los pobres- una lista más larga que la de invitados a la boda de Santiago Nieto.
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