En este Día de Muertos festejemos la vida desde su concepción hasta la eternidad, recordando a tantos seres queridos que se nos han anticipado.
Tomar como referencia el Día de Muertos para hablar también de la vida parecería en principio algo contradictorio, pero en realidad sin vida no habría muerte, por lo que, aunque es un tema que muchas veces queremos evitar siempre está presente, y más aún conforme avanzamos en edad.
Recordar a los muertos es una tradición que se encuentra prácticamente presente en todas las culturas, de todos los tiempos, y en todos los continentes, y aquí en México es una tradición que continúa muy presente, y que en cierto sentido es una mezcla de creencias entre las costumbres de los pueblos prehispánicos, el cristianismo, más los agregados comerciales que están presentes en estos tiempos.
Por el lado festivo tenemos nuestros altares de muertos, algunos de ellos muy familiares, pero otros muy espectaculares, y desde luego nos viene a la cabeza el delicioso pan de muerto y las calaveritas de dulce y chocolate, las reuniones familiares y para muchos las llamadas misas de difuntos.
Pero pasando a un aspecto de más profundidad, cuando enfrentamos la muerte de un ser querido, cuando reflexionamos que la muerte no hace distinción de personas, así los ricos y pobres, los sabios y los ignorantes, los generosos y los tacaños, los buenos y los malos, que absolutamente todos tenemos que llegar a ese momento, y hay muy diferentes maneras de enfrentarlo. Hay quienes creen que la muerte es el final de todo, que pasarán simplemente a dejar de existir, a ser materia inerte, otros en cambio vislumbran que después de esta vida se continúa una existencia espiritual de diversas maneras, como en general lo han creído casi todos los pueblos. Algunos con creencias un poco nebulosas, pero hay algo que en general se acepta, que los seres queridos siguen allá en algún lugar que de alguna manera nos encontraremos. Para los cristianos en cambio es muy claro que existe la vida eterna porque tenemos plena confianza en las palabras de Jesús que así lo han afirmado, y que los que hayan vivido conforme a las enseñanzas de Jesús tendrán un sitio reservado en el cielo para toda la eternidad y será entonces cuando se tenga la plenitud de la existencia.
Pero la muerte nos llegará de alguna manera que podemos decir natural por alguna enfermedad, o violenta por algún accidente, o peor todavía, porque alguna persona criminalmente nos la pueda arrebatar.
Pero el inicio de todas las historias se encuentra en el momento de la concepción, cuando un hombre y una mujer se han unido íntimamente y de esta unión de las células masculinas y femeninas, el óvulo ahora fertilizado llamado cigoto es una célula única que contiene 46 cromosomas, ya que tiene los 23 cromosomas del ovocito más los 23 del espermatozoide. Comenzará un viaje de regreso hasta que se implante en el útero. Ahora empezará el maravilloso proceso, la mayoría de los órganos comienzan a formarse alrededor de 3 semanas después de la fecundación, lo que equivale a 5 semanas de embarazo (porque los médicos datan el embarazo desde el primer día del último período menstrual de la mujer, que suele ser por lo general unas 2 semanas antes de la fecundación). En este momento, el embrión se alarga, y empieza a entreverse una forma humana. Poco después, comienza a desarrollarse la zona que se convertirá en el cerebro y en la médula espinal (tubo neural). El corazón y los principales vasos sanguíneos empiezan a desarrollarse antes, en torno al día 16. El corazón comienza a bombear líquido por los vasos sanguíneos hacia el día 20, y el día 21 aparecen los primeros glóbulos rojos (eritrocitos). Los vasos sanguíneos continúan desarrollándose en el embrión y en la placenta.
Casi todos los órganos terminan de formarse unas 10 semanas después de la fecundación (lo que equivale a 12 semanas de embarazo). La biología y la lógica nos demuestran que esta nueva vida no es parte del cuerpo de la mujer, sino que se aloja en el cuerpo de la madre y requiere de su protección y alimentación para poder llegar al nacimiento. Este proceso tan maravilloso desde el punto de vista de la naturaleza y para muchos signo de la presencia de Dios, hoy en día no es respetado por algunos, que con diferentes argumentos lo destruyen por medio del aborto, con lo que impiden que esa vida llegue a su proceso natural de la muerte, porque es violentado en su origen, por eso es que en este día de muertos debemos pensar que la muerte violenta desde la concepción y durante cualquier etapa de la vida debe ser evitada antes que nada con la educación en la que se haga conciencia que la vida es sagrada y todos debemos de respetarla, pues en cualquier momento que se elimine es un crimen, ya sea en el útero materno, en la etapa de infancia, adolescencia, madurez o vejez, nadie tiene derecho a quitar la vida a otros ser humano.
Por eso sería muy bueno que en este día de muertos festejemos la vida desde su concepción hasta la eternidad, recordando a tantos seres queridos que se nos han anticipado, pero con los que esperamos llegar a gozar de la plenitud en la vida eterna.
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