López Obrador también se refirió a la UNAM como defensora de proyectos “neoliberales,” quizá lo que quiso decir que él es enemigo de la libertad económica y del libre mercado que constan como características neoliberales.
En México, la libertad de expresión está garantizada por los Artículos 6 y 7 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sin embargo, esto no significa que la autoridad no tenga el derecho y el deber de velar para que estas libertades sean usadas responsablemente y de acuerdo al bien común.
En el caso de los comentarios del jefe del ejecutivo a la UNAM, en que tachó a la máxima casa de estudios de “Individualista y defensora de los proyectos neoliberales, además de perder su esencia de profesionales para servir al pueblo,” además de hacer uso de su libertad de expresión, notoriamente carece de conocimiento básico para saber cómo usar las palabras de su discurso para el “bien común.”
El término “individualismo” designa una doctrina según la cual el individuo, en cuanto ‘individuo humano,’ constituye el fundamento de toda ley. Si el insulto va dirigido a una institución que incluye entre sus facultades el estudio de la ley, es notorio su desconocimiento de lo que individualismo significa. El sentido del ‘individualismo’ difiere con el significado de ‘individuo,’ aunque el señor presidente está hablando de una institución que consta en sus aulas con miles de individuos. Quizá este señor quiso referirse a un ‘colectivismo’ el cual es considerado como destructor de la libertad individual, aunque finalmente, ni él supo qué quería decir en su insulto.
Se refirió también a la UNAM como defensora de proyectos “neoliberales,” quizá lo que quiso decir que él es enemigo de la libertad económica y del libre mercado que constan como características neoliberales, aunque en la actualidad el término es usado de manera peyorativa quizá por la promoción del mecanismo de mercado en negocios y capital, ya que él mismo se inclina, por el contrario, al dirigismo y autoritarismo, opuestos al neoliberalismo.
Por último, los “profesionales” que obtienen un título universitario son quienes sirven a la sociedad con sus conocimientos y en su “esencia” llevan sus caracteres constitutivos, el carácter esencial de servir a los demás mediante esos conocimientos adquiridos.
Por tanto, una opinión mediante el uso de la libre expresión, la puede dar cualquier persona, excepto que muchas veces lo que quiere decir no coincide con la realidad de lo que se dice.
Sería necesario conocer la educación que recibió el señor presidente, previa a su llegada a esta máxima casa de estudios, ya que es obvio que los años básicos educativos de cualquier persona se realizan durante el crecimiento y crianza educativa a partir del nacimiento. La “educación es tarea de toda la vida para llegar a ese ‘crecimiento’ personal. … Son personas que aprenden a discernir primero, a estudiar después y finalmente a hacer suyas, interiorizándolas, un conjunto de -verdades- o realidades valiosas, ricas, humanas y trascendentes. Es crecer en unidad, coherencia e integridad”—nos dice un gran educador (G. González Simancas).
El señor presidente de México proveniente de una familia de pocos recursos en un poblado de Tabasco prácticamente desconocido para la mayor parte de los ciudadanos cursó primaria en la única escuela pública que existía en su lugar de origen. Sus estudios universitarios fueron laxos, ya que terminó en 1976 y se tituló en 1987, es decir, once años después, las razones de esto se desconocen, pero regularmente es por dejar los estudios y dedicarse a otras cuestiones y por la indiferencia de continuar con esa ‘tarea básica’ para el crecimiento personal. Nuestro presidente desconoce el idioma inglés, que ya desde aquella época era muy importante en cualquier universitario para abrirse paso en el mundo de la competencia entre adultos profesionistas. Y tampoco se sabe de ningún estudio posterior realizado por él a partir de ese año, del cual ya han pasado 33 años. Por tanto, carece de esa “unidad, coherencia e integridad” básicas.
Por otra parte, es bien conocido que:
La Universidad Nacional Autónoma de México es una universidad pública mexicana. Destaca como una de las mejores universidades de América Latina y de las más activas en materia artística, tecnológica y de investigación. Mantiene una tasa de aceptación muy selectiva de los aspirantes al nivel superior; debido a una alta demanda y a su carácter público, laico y gratuito. Por otro lado, tiene la mayor matrícula estudiantil de todas las universidades de América Latina, y cuenta con uno de los campus más grandes del mundo. Sus numerosas publicaciones e investigaciones en todas las áreas del conocimiento la convierten en la institución mexicana con mayor producción científica. Todos los mexicanos laureados con el Premio Nobel han pasado por esta casa de estudios.
Puedo afirmar que la gran mayoría de quienes hemos estudiado en esta casa de estudios superiores, estamos sumamente orgullosos de haber pasado por sus aulas y de haber logrado un título universitario, todos nos identificamos. Una de las tareas más elementales que se enseñan allí es que ese conocimiento adquirido es la base y es continuo, no se detiene, por el contario, el conocimiento y el estudio se han de incrementar a medida que pasan los años, y así como el mundo se renueva, los conocimientos también son renovados mediante la rutina de investigación que deja huella en cada estudiante la disciplina de dichos estudios.
Actualmente, los centros de liderazgo se han convertido en necesarios para adaptarse a esta época cambiante del siglo. El director de uno de ellos comienza uno de sus cursos con la siguiente cita: “Cuando Nelson Mandela acudió a la graduación de bachillerato de un nieto le dijo: es muy importante el título que has conseguido, pero haz como yo: No dejes de estudiar y de aprender nunca, porque el día que lo dejes de hacer, comenzarás a ser irrelevante”
No es desconocido el hecho de que estamos en un momento de gran desarrollo tecnológico, para un verdadero desarrollo nacional es necesario considerar esencialmente la educación, la ciencia, la investigación, que son el fundamento de los estudios universitarios. Por el contrario, el insulto a la autonomía universitaria intenta degradar los estudios que allí se efectúan y lo hace un personaje que carece de estos.
“Imagínense… ¡Se llenaron las facultades de ‘conservadores’!” –dijo nuestro presidente—La respuesta del exrector José Narro es que a la universidad se ingresa por “méritos académicos sin sesgo” hacia ninguna corriente ideológica, política, etc. y los planteamientos presidenciales “no obedecen a la realidad” por tanto, ya se piensa en un ‘castigo presupuestal’ gubernamental hacia esta máxima casa de estudios que consta de 350,000 estudiantes. La crítica “debe hacerse con datos, con información, como los constitucionalistas, los economistas, planteando preocupación el modelo económico del país, por la pobreza, la desigualdad, entregando documentos al congreso y al ejecutivo… La UNAM cumple” – dijo el exrector. Lo único que podemos deducir de estas declaraciones es que el señor presidente tiene una “imaginación” muy amplia, sin base alguna.
Es notorio el poco interés presidencial por fomentar la educación, base para salir de la pobreza. Lo que no se posee, no puede fomentarse. Finalizo este artículo con una frase del papa Francisco: “A la gente la empobrecen, para que luego voten por quienes los hundieron en la pobreza”.
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