Es momento de que la ciudadanía se deje de identificar como opositora y se estrene como propositora y extienda su influencia más allá de las redes sociales, entre la gente que está fuera de ellas.
Entre los testimonios sobre las inundaciones ocurridas en Tula, Hidalgo, destaca uno que cuenta que las autoridades locales, sin acatar los protocolos de Protección Civil únicamente alertaron vía redes sociales del peligro y que fue gracias a los vecinos que se dedicaron a tocar las puertas los daños personales fueron menores.
Más allá de la tragedia, esa anécdota ilustra a la perfección lo que ocurre actualmente entre la denominada oposición ciudadana cuando se constriñe a la acción escribiendo frases de respuesta a los mensajes de la mañanera, reproduciendo videos y dando likes a diestra y siniestra.
El presidente alimenta cada día a la oposición con abundante material. Es difícil distinguir las intenciones detrás de esas frases que a veces son incendiarias; otras denotan una ignorancia asombrosa y otras, son absolutamente indescifrables. Así ocurrió el viernes pasado con la lectura en plena mañanera de un tuit ofensivo, sin que el texto explícitamente lo dijera, el presidente lo usó como ejemplo de los insultos a su esposa. La supuesta razón para leerlo era que se atribuía (falsamente) a uno de los 31 científicos acusados por la FGR y en riesgo de ir a la cárcel para pintarlos en toda su maldad.
Se trató de un absoluto festín para las redes y suscitó como en muchos otros casos reacciones, muchas de ellas pagadas, en defensa a la esposa del presidente. Nadie habló más de la cancelación de la participación del secretario de Estados Unidos en los festejos de la Consumación de la Independencia –que es un desaire con mucha implicaciones–, o los reclamos a los mismos Estados Unidos por no apoyar la extensión a Centroamérica del programa “Sembrando Vida”, o que se inaugurarán las costosísimas e imprácticas sucursales del Banco de Bienestar cuya única utilidad será la promoción del presidente y su proyecto en más de dos mil puntos y otros temas que se dieron en esa misma mañana.
Se trata de un arma de doble filo tanto para el presidente que en esta ocasión salió tan raspado que al día siguiente subió un tuit confuso con un video de su esposa cantando; pero también para la oposición porque se engancha en las burlas, comentarios y sesudos análisis de nimiedades y se pierde de los temas que sí tienen repercusiones a largo plazo. Pero, además, como en esta ocasión el circo fue generado por un tuit se hacen la ilusión de que están influyendo en la agenda del presidente.
Si la misma vehemencia con la que se analizan las frases ligeras, ignorantes o malintencionadas, se utilizara en definir y unificar los puntos básicos en los que hay coincidencia y, por supuesto, urgencia de modificar, el panorama del país sería uno muy diferente. No sólo de cara a las elecciones de 2024, sino en el acontecer de cada día sobre todo mirando a los acontecimientos en el Poder Legislativo donde hay una esperanza de influir.
En las Cámaras, la oposición partidista mantiene un equilibrio muy frágil donde todos parecen estar esperando la puñalada trapera de los otros, y como si todo se tratara de una obra de teatro los ciudadanos nos estamos resignando a ser meros espectadores.
Sin embargo, el programa que se va a presentar próximamente ya lo conocemos: en estos meses se aprueban tanto el Presupuesto como la Ley de Ingresos y el presidente anunció tres reformas: la del INE, la de Guardia Nacional y la de CFE.
Es el momento de comenzar a alzar la voz para de una vez dejar claro que no se quiere que se cambie la ley para acabar con la confiabilidad electoral que se han gozado; que se rechaza militarización no sólo por los abusos reales que se darán, sino porque una vez que se va por ese camino, es muy difícil regresar de él y que ese supuesto de fortalecer a CFE nos llevará a los años más oscuros del control estatal de la generación de energía y nos colocará entre las naciones más contaminantes del planeta. Y sumar a estos temas aquellos que más es urgente revisar y modificar.
Es el momento de que la ciudadanía se deje de identificar como opositora y se estrene como propositora y extienda su influencia más allá de las redes, entre la gente que está fuera de ellas.
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