Tras la mordedura de un perro lo inmediato que se debe de efectuar es lavar con agua a chorro y jabón en el área afectada.
En 2019 se declaró erradicada en nuestro país la rabia humana transmitida por perros, en el mundo anualmente se registran aproximadamente 60 mil defunciones por esta causa, por ello es importante continuar con la vacunación y la posesión responsable de estos animales, aseguró el epidemiólogo Jorge Monroy López de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.
En esta ocasión del Día Mundial contra la Rabia, que se conmemora este 28 de septiembre, el epidemiólogo resaltó aumentar la concientización sobre su prevención y conmemorar los logros alcanzados, según la ONU.
“Aquel refrán de que ‘muerto el perro se acabó la rabia’, pues no es así, porque se trata de una enfermedad transmisible y si un animal contagiado estuvo en contacto con otros, podría permanecer el virus”, destacó Monroy López.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Latinoamérica cerca de 100 millones de perros son vacunados al año en campañas. La región logró reducir la incidencia de la rabia humana transmitida por canes en cerca de 98 por ciento, de acuerdo con ese organismo internacional.
Mejoran tratamientos contra la rabia
El maestro en Ciencias Veterinarias indicó que tras la mordedura de un perro lo inmediato que se debe de efectuar es lavar con agua a chorro y jabón en el área afectada, lo cual reduce 99 por ciento el riesgo de enfermar; también un médico veterinario debe evaluar si se requiere aplicar tratamiento profiláctico o vacunación posexposición, lo que implica de tres a cinco días.
El académico de la UNAM explicó que además es necesario solicitar al propietario del perro “agresor” que un médico veterinario mantenga en observación al animal, por lo menos 10 días, y que nos sea remitido a algún centro de control canino.
“Si transcurren cinco días y no ha desarrollado la enfermedad será buena noticia, pero se da un margen de cinco días más por seguridad”, acotó el médico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia.
Detalló algunos de los signo de alerta en los perros, que son: dilatación de las pupilas; hiperacusia (sensibilidad a los sonidos); la hiperestesia, es decir, la incomodidad a cualquier tipo de contacto; así como la fotofobia, que hace que los cuadrúpedos huyan de la luz y busquen un lugar oscuro.
Indicó que si se vacuna al can, principal transmisor a las personas, se controla este virus; sin embargo, “han existido uno o dos casos anuales de transmisión por otras especies, como murciélagos, zorros y zorrillos”, expresó.
“Es sorprendente debido a que ahora existen sueros inmunes y vacunas (para individuos expuestos al virus), muy nobles y seguras, de células diploides, donde el diluyente ya no es formol, sino agua destilada y tienen la gran ventaja que no duelen; he recibido ese tratamiento preventivo, se coloca en el brazo, con un poco de reacción local”, abundó Jorge Monroy.
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